"Las casas hundidas por el terremoto siguen tal cual, hay todavía cadáveres bajo los escombros, no tienen recursos ni maquinaria pesada para desescombrar y las calles céntricas de Puerto Príncipe donde antes estaban los comercios están destruidas y la gente coloca delante los tenderetes para vender". Es la situación que se ha encontrado en Haití el alicantino Juan Adrada, cooperante de la asociación Grupo de Ecología Activa (GEA), que acaba de regresar tras una estancia de nueve días en misión humanitaria en los que ha sufrido por lo que veía en un país devastado en el que aún no ha empezado la reconstrucción pese a que han transcurrido casi nueve meses desde el seísmo.

Adrada, que está preparando su segundo viaje a la zona para este mismo año, ha vuelto a casa con sensación de fracaso ya que el contenedor que envió el grupo GEA con medicina, ropa, alimentos y material escolar y que salió el 2 de junio desde el puerto de Motril fletado gratuitamente por la Autoridad Portuaria de la localidad, no lo hallaron en destino a su llegada. "En Motril dicen que el contenedor está en Puerto Príncipe con fecha de entrada y número de registro. Sin embargo, allí a nosotros nos dijeron que no sabían nada y estuvimos tres días de trámites para intentar localizarlo pero fue imposible. Nos dijeron que está en Bahamas y otros que en alta mar".

Adrada y sus compañeros de misión Angelina Molina, coordinadora de GEA España, y Julián Pulido, cooperante de Granada, se desplazaron a Haití en el marco de un proyecto de colaboración con las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, para ver sobre el terreno cómo se distribuye la ayuda. Las monjas les ayudaron a realizar gestiones para hallar el contenedor ante el Ministerio de Culto, que coordina todas las acciones religiosas, y con el de Economía y Hacienda. "Hay muchos problemas de mafias y saqueos, pero las hermanas dicen que es normal y que allí todo sigue su proceso, pero es frustrante tanto inconveniente cuando uno va allí a ayudar. La falta de autoridad y organización es dramática, es un caos. La situación es peligrosa y dura con 1,3 millones de personas viviendo en la calle con lonas y plásticos". De ahí la gran presencia de cascos azules de la ONU aunque el terremoto fue en enero "intentando poner orden".

Los cooperantes aprovecharon para colaborar con las religiosas en la distribución de productos de primera necesidad y contactaron con agentes españoles de la Policía Nacional y de la Guardia Civil destinados en Haití que perseguían a un violador huido de la cárcel, hundida durante el terremoto. "Llevaban allí seis meses y en los días que les quedaban para volver rezaban para que no pasara nada".

El primer contingente de la provincia montó una potabilizadora

Varios bomberos alicantinos, miembros del grupo GEA, se desplazaron a Haití en febrero, sólo quince días después del terremoto, para instalar una planta potabilizadora de agua en la zona de Puerto Príncipe, dentro del primer contingente de la provincia que viajó al devastado país. Esta potabilizadora, muy útil durante situaciones de emergencia, ha estado dando servicio hasta ahora en la Casa Mayor de las Hijas de la Caridad, aunque las monjas han podido montar una depuradora fija mucho más potente. Durante esa misión en febrero, uno de los bomberos alicantinos rescató a un "niño esclavo" que encontraron atropellado y herido en una carretera. GEA quiere volver este año y con ellos el cooperante Adrada, pero esta vez con el material con ellos y por tierra cruzando por la República Dominicana pese a sus "infernales carreteras". J.H.