Miguel Ángel y Pilar son la pareja que ha acogido a Uarda dentro del programa Vacaciones en Paz, organizado por la Coordinadora de Asociaciones Solidarias con el Pueblo Saharaui de la provincia de Alicante.

Los padres de verano de Uarda piensan que su estancia es un regalo que este año han recibido por tercera vez. Además de cuidarla como si fuera su propia hija durante las vacaciones, mantienen contacto con ella y con toda su familia durante el resto del año. Esta experiencia no sólo consiste en hacer más agradable las vacaciones a una niña, sino que también les ha permitido acercarse y conocer la realidad del Sáhara a través de lo que cuenta la pequeña.

Miguel Ángel protesta por el pasotismo de muchas instituciones de nuestro país ante el conflicto del Sáhara y, más en concreto, con el programa de vacaciones para los más pequeños. "El Hospital de San Vicente es el único de la sanidad pública que colabora. La atención ocular y dental la llevan a cabo médicos privados que ofrecen su ayuda y atienden a los niños de forma gratuita". A la niña le encanta la playa y la piscina, cosas que en su hogar nunca hubiera podido ver. Allí se lavan pocas veces al mes y en un cubo, debido a la escasez de agua que hay en los campamentos.

Su madre dio a luz en la jaima porque el hospital es para las cosas más urgentes. "No hay árboles en Auserd, sólo hay arena" dice la pequeña y su padre de verano añade que la primera vez que Uarda llegó a España y vio las escaleras para subir al piso se asustó y se agarró fuerte a la barandilla. Nunca había visto una escalera.

"No hay mucho dinero en el Sáhara. Nosotros todos los años le enviamos una ayuda económica para ella y para su familia. Este año quisimos que se compraran un frigorífico y cuando le preguntamos a ella nos explicó que habían utilizado el dinero para curar a su padre de una enfermedad. Utilizan el aceite como única medicina para cualquier problema de estómago". Y es que el lugar del que procede la pequeña Uarda es "la peor zona del desierto, donde no viven ni los lagartos". Pese a las facilidades de la vida en España, ella no olvida que es una saharaui y cuál es su pueblo. No se lamenta cuando vuelve porque allí está su vida. Su madre de verano cuenta que "ella opina que no es pobrecita, que va donde tiene que estar, con su familia y su pueblo. Todo lo importante de verdad lo tiene en el Sáhara".

Miguel Ángel dice que "nunca he conocido un pueblo como éste: solidario, fuerte y valiente" y cuenta que todas las cosas que pide Uarda cuando se va son para la gente de allí, que ella nunca se queda nada. Lo regala todo a sus "amigas o gente que viene a visitarnos a la jaima".

"Si la gente tuviera conocimiento del sufrimiento del pueblo saharaui los políticos tendrían que hacer algo, porque no podrían ignorar a todos. El problema es que no hay ningún conocimiento y la sociedad está confundida", protesta Miguel Ángel con indignación. Pilar añade que "el Muro de Berlín todo el mundo está de acuerdo con que era una vergüenza, pero nadie conoce el muro del Sáhara, que es mucho peor, más grande y con minas antipersona".

En cuanto a la labor que llevan a cabo las asociaciones, el matrimonio alicantino se siente muy contento. Opinan que "lo bueno es que hay gente que trabaja muy bien, que pone mucho cariño a lo que hace. El éxito se basa en el trabajo". Además, se sienten muy reconfortados porque "la gente cuando conoce a estos niños se da cuenta de lo que pasa allí y así poco a poco se va concienciando cada vez más gente". A la mayoría de este país le es indiferente el problema del Sáhara, pero aseguran que es por desconocimiento, porque "sumarse a la causa es fácil en cuanto la conoces".

El matrimonio lleva tres años intentando ir al Sáhara, para conocer a su "familia del desierto", con la que aseguran que tienen fuertes lazos. Sin embargo, se quejan de las dificultades que existen para ir a los campamentos.

"Esta experiencia dentro de dos años acabara, porque Uarda llegará a la edad y ya no podrá volver. Nuestro interés es solucionarle la vida a la niña los próximos años. Somos trabajadores y no nos sobra, pero prefiero usar el poco dinero en que mi niña esté bien, que pueda tener una vida como la de cualquier persona, y eso es lo que a mí me hace feliz".