Al final vendrán pero nadie sabe lo que se dejarán. Esta es la reflexión en forma de pareado de un veterano hotelero de la Costa Blanca que refleja lo que ha sido, hasta el momento, el desarrollo de la temporada alta del sector turístico justo en un fin de semana como éste en el que se supera el primer cuarto vacacional y en un año en el que la crisis económica está azotando con fuerza y mermando la capacidad de gasto de los visitantes. Según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y los que maneja la patronal turística alicantina (hoteleros y hosteleros), el gasto medio diario de los contados visitantes que se acercan a nuestras playas ha caído un 15% respecto al verano de 2009, al pasar de 66 a poco más de 50 euros y el precio medio de un semana en un hotel con pensión completa está en los 700 euros por semana, cuando en 2009 se pagaban 803.

Las cifras nos devuelven al escenario de 2004 en cuanto a la facturación pero con gastos de producción que en algunos casos se han disparado hasta en un 20%, lo que ha terminado por hundir la rentabilidad. En estos momentos, sólo los hoteles y restaurantes consolidados y sin deudas pueden capear el temporal e, incluso, cerrar sus balances con datos positivos. Y todo coronado con la guinda amarga de que de los 14 días de media que pasaba el turista en la provincia en 2004, hemos pasado, seis años después, a una media de nueve.

Julio se cerrará finalmente con un ocupación media cercana al 80% en los hoteles (el resultado de los apartamentos es una incógnita dado que el 75% de la oferta escapa al control de la Administración) pero con un caída sensible del gasto de los visitantes, no ya sólo en el consumo que se realiza en los hoteles al margen del régimen de la pensión contratada (desayuno, comida o cena o tras tres), sino también en los que se gastan los visitantes en cafeterías y tiendas.

La consecuencia directa de lo apretado que está el presupuesto se puede comprobar directa y diariamente en las cafeterías de los hoteles, donde el gasto por cliente no pasa de los seis o siete euros o fuera de las mismas. Los restaurantes y cafeterías de las playas sólo funcionan bien los fines de semana, la mayoría con clientes alicantinos. De lunes a miércoles encontrar mesa es sencillo y la cosa sólo se anima a partir del jueves por la noche.

"La gente pasea mucho, mira y compra lo justo, y sobre todo en los comercios en los que se vende de todo, desde una pila a un bañador por unos pocos euros", apunta la responsable de una tienda de moda de la Playa de San Juan de Alicante, una zona especializada en turismo residencial y familiar y donde la crisis se siente con más fuerza. "La playa está llena mañana, tarde y noche pero sólo tienes que darte una vuelta por la noche entre semana por el paseo marítimo y comprobar que salvo algún despistado haciendo deporte poca gente más, sobre todo cuando finaliza la zona de los restaurantes y hamburgueserías", subraya Juan, un taxista del turno de noche.

José María Caballé, presidente de la cadena Servigroup (8.000 plazas), confirma que "este año ha aumentado mucho más la tendencia de los turistas a salir poco del hotel. Como la oferta es muy buena y las instalaciones cómodas, cuando los clientes regresan de la playa se quedan en el hotel pero sí que hemos notado el descenso del consumo y eso que hemos ajustado los precios del bar y puesto en marcha ofertas como el "2x1" que funciona pero menos. La gente, como todos, tiene el dinero que tiene". La propia cadena Servigroup ha puesto en marcha esta temporada un sistema "revolucionario" en uno de sus restaurantes estrella, el Emperador del hotel Montíboli, donde además del servicio de carta y se ofrece un buffet libre más económico que ha encontrado una respuesta espectacular entre los clientes.

La llegada de la temporada alta tampoco ha mejorado las expectativas de los comerciantes en los municipios más turísticos. Más bien todo lo contrario, porque los que pensaban que la falta de ventas era algo coyuntural al invierno se han dado de bruces con la realidad de la crisis económica. El presidente de los comerciantes de Benidorm, Rafael Gasent, no puede ser más explícito. "Vendemos muy poco, los turistas se gastan poco dinero". Gasent incidió en que la ciudad sigue teniendo la misma afluencia de visitantes que siempre "pero el gasto medio por turista es muy bajo". El descenso es "muy considerable" en comparación con años anteriores, que también fueron malos, según dijo. El presidente de AICO no quiso cifrar, sin embargo, dicho descenso "porque aún es pronto para hacerlo" pero precisó que visto el inicio de la temporada alta "el panorama no es nada halagüeño". Pese a todo, el sector sigue esperando que las ventas repunten a partir de la segunda quincena del mes que se inició el pasado viernes.

La causa, como no podía ser de otra forma, la sitúan en "la crisis económica, que afecta a todos los sectores". En ese sentido, Gasent puso como ejemplo a los taxistas "que están muy quemados porque no hacen dinero. Dicen que hay mucha gente joven, pero también con muchas ganas de andar". Lo peor de todo es que, de momento, no ven salida al mal momento actual. "Aún nos queda pasar una temporada más así, por lo menos. Este año y el que viene", lamenta el presiente de los comerciantes.

Paradójicamente, julio coincide con el inicio del periodo de rebajas en los comercios de la provincia. El primer balance es positivo pero, sobre todo, gracias al desembolso de los propios alicantinos. "Turistas se ven, incluso extranjeros, pero los que más compran son los alicantinos, que no te quepa la menor duda", apunta un comerciante del centro de Alicante.