Dos chicos de 19 y 20 años en la Gran Vía de Alicante. El antiguo hospital militar, hoy Oficina de Reclutamiento y Subdelegación de Defensa, queda a sus espaldas. Tienen intención de alistarse, según explican, y prefieren que no aparezcan sus nombres. "La cosa está muy mal", coinciden los dos y el más alto añade: "aquí pagan seguro desde el primer día". El Ejército se ha convertido desde hace algunos años en una salida para los jóvenes. Algunos porque no se llevan bien con los estudios o porque tienen dificultades para encontrar trabajo, pero también es un lugar donde otros pretenden labrarse un futuro, cuando no un paso hacia profesiones de difícil acceso, como a guardia civil o policía nacional.

En los últimos cinco años el número de aspirantes que se presentan a las pruebas de acceso ha experimentado un notable incremento. Sólo en el área de reclutamiento de Alicante, más de 4.600 personas pidieron cita para realizar el examen en 2009, frente a las 3.300 de 2008 y las 1.700 solicitudes de 2007. Defensa ofreció el año pasado cerca de 9.000 plazas en toda España y tan sólo 325 en 2010, en lo que a tropa y marinería se refiere. En total en toda el país y en todas las escalas se ofertará un máximo de 754 plazas. Si se mantiene el nivel de demanda, algo que con la crisis es más que probable, se espera que esta reducción de más del 96% en la oferta haga que por cada plaza luchen 50 aspirantes.

Vocación y empleo

Las motivaciones son distintas pero todas coinciden en su juventud. Entre 2005 y 2009 el mayor número de solicitantes en la provincia tenían entre 20 y 22 años. Sergio Pulido se alistó en 2006, con 18, en Alicante. Firmó un contrato de dos años y eligió destino en Murcia, donde había plaza, como Caballero Legionario Paracaidista. Le hacía ilusión porque su padre y su hermano lo fueron, pero también "estaba cansado de ser camarero. Esto era diferente". Hoy trabaja en la hostelería y considera que el empleo en las Fuerzas Armadas es muy bueno. "Tú eres casi como un funcionario, tienes tus días libres, tus pagas a tiempo y las condiciones son muy buenas". Para Sergio no es un trabajo normal. "Llegas a tu puesto y corres 10 kilómetros, o saltas de un avión. Eso no se parece a nada y la disciplina manda". Lo más duro para él fueron los primeros meses "porque cobras muy poco y eres un alumno", así como las maniobras "porque estás mucho tiempo fuera de casa", explica Sergio. Cuando se le terminó el contrato en 2008 decidió no renovar "porque todos los días tenía que ir a Murcia, pero si hubiese estado destinado en Rabasa me habría quedado". No contaba con que la crisis hiciera mella en España y asegura que de saberlo se hubiera quedado. Hoy no volvería por orgullo. "Ya no tengo 18 años. Volver a ser recluta, repetir todo... Tendría que estar muy mal de trabajo", apostilla.

La provincia es la novena en nivel de reclutamiento de España. El aumento de solicitudes se ha dejado notar desde que en 2008 se duplicaran los aspirantes. De 1.700 solicitudes en Alicante en 2007 se pasó a 3.320 en un año. Quien decide presentarse no lo hace sólo por dinero. El subdelegado de Defensa en Alicante, Carlos Dupuy, asegura que mucha gente ni siquiera pregunta por el sueldo. "Tiene un componente vocacional, como todo -explica el subdelegado-, a veces lo traen de casa, otras encuentran su vocación aquí". Dupuy asegura que es una profesión "dura y con muchas exigencias. Pero no somos bichos raros". La disciplina es uno de esos aspectos diarios que puede resultar más chocante que en cualquier otro empleo, pero el subdelegado dice que la mayoría se acostumbra porque "dentro, en las horas de trabajo, cambian el chip". Advierte, sin embargo, que es equivocado pensar que "si un chico de 17 años entra en el Ejército, su actitud va a cambiar". Según el representante de Defensa, será disciplinado en el trabajo pero "la educación debe empezar en casa para que sea efectiva". Con grupos de gente tan grande "se necesita un orden", porque el Ejército "está para las situaciones límite en las que si alguien ordena que se haga algo, no se piense. Y si hay que dar cuatro tiros no se pregunta, se dispara".

A. S. se alistó por primera vez con 18 años en Alicante porque "quería hacer la mili y no servía para estudiar". Lo considera vocacional. "Me dediqué a aprender todo lo que pude, porque después iba a necesitarlo", apunta el joven. "Es como un trabajo normal, te evalúan contínuamente y cuando termina tu contrato pueden no renovarte", explica. El problema para él es la gente que ve el empleo como una salida fácil. "Yo no querría estar de misión con esa persona porque se juega mi vida", explica el joven. A.S. se marchó a Afganistán en 2007. "Es como un premio para el que ha trabajado bien", asegura el militar, y añade que, a diferencia de lo que piensa mucha gente, "quien se va no lo hace sólo por dinero, porque no está pagado". La impresión general es que las misiones están muy bien remuneradas porque además de cobrar el sueldo base -cerca de 600 euros los soldados de tropa- reciben casi 2.000 euros más al mes. A.S. estuvo destinado cuatro meses y asegura que "son las veinticuatro horas alerta y no hay paga que valga". Cuando regresó y se le terminó el contrato lo dejó, pero el año pasado volvió a alistarse. "Estaba cansado pero ahora quiero ir otra vez de misión", señala el joven de 22 años que no considera que haber ido a Afganistán le haya cambiado en nada. "En teoría vamos en misión de paz y no podemos entablar combate, pero nunca se sabe porque es un país que está en conflicto". De ahí que si quiere volver no sea por el sueldo, sino porque le gusta. "No es para todos. Muchos se lo dejan", apunta el militar. En unos años espera ascender a cabo para conseguir plaza de guardia civil.

Nuevos perfiles

La mayor parte de los aspirantes -más de un 34%- tiene estudios de secundaria pero también existe un número muy alto de solicitantes -casi 300 de los 1.600- que ha superado el bachillerato. I. L. F. decidió apuntarse a la Academia tras terminar la selectividad. "Estudiar cinco años para salir sin trabajo no era lo que yo quería". Estudió oposiciones para hacer carrera militar. "Tengo 23 años, carrera y trabajo fijo. Eso no lo puede decir todo el mundo así que, aunque no tenga nada que ver con un trabajo normal, compensa". ¿Las dificultades? "Cambiar de ciudad, una forma de vida diferente y más dura que la universitaria, la disciplina y estar lejos de casa. Pero si te gusta no es un obstáculo grande", asegura este joven militar alicantino que prefiere no revelar ni su rango ni su nombre. Lleva cuatro años y varios destinos. En principio quería entrar en la Academia del Aire, como no pudo ser ahora está a punto de elegir especialidad en la de Tierra. "Yo estoy como en la universidad, pero cuando termine de estudiar tendré una aplicación práctica, más seguridad y experiencia".

La presencia de las mujeres es otro cambio y, en opinión del subdelegado, "sí se ha normalizado que se incorporen. Son igual de aptas sino más". En 2009 en la provincia las solicitudes de mujeres alcanzaron el 14% del total. Pero no es el único cambio, según recalca Dupuy, porque "cuando la mili era obligatoria aquí, en el Ejército, enseñábamos a leer, pero ahora se piden unos conocimientos mínimos. Después puedes llegar a ser lo que quieras", afirma. Las exigencias se miden según el grado de demanda "que actualmente es mucha y tenemos que quedarnos con los mejores".

Unidades diferentes

Hay plazas que exigen más. Mario Bedmar, alicantino de 25 años, se presentó en 2009 a las dos convocatorias para acceder a la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Bétera, Valencia. No dejó pasar la oportunidad porque le gustan "las emergencias y, aunque existan diferencias entre el Ejército y los bomberos, el objetivo es el mismo: ayudar a la gente". Para este licenciado en Arquitectura Técnica, que con su nota podría haber accedido a cualquier unidad, "en las secciones especiales cuentan con medios y tecnología más avanzada". Si salieran plazas este año Mario volvería a presentarse aún a sabiendas de que "ahora es difícil porque habrá pocas plazas y mucha gente". Unidades como el Grupo de Operaciones Especiales -GOE- de Rabasa siempre han tenido muchos aspirantes. Es una unidad muy exigente, "la mejor", según apunta alguno de sus mandos. Durante los cursos básicos de GOE el 50% de los aspirantes se retiran por baja voluntaria, porque descubren que no su unidad o por lesión. El año pasado 88 nuevos reclutas civiles llegaron a Rabasa para comenzar su formación. Los nuevos soldados tienen entre los 20 y los 25 años. D. F. G. se alistó con 26. Después de pasar por los paracaidistas buscó entrar en esta unidad "porque era un sueño" y, o se alistaba a esa edad, o nada. Para esta mujer el cambio, aunque grande, fue liberador. "Después de ser comercial, publicista y auxiliar administrativa esto era muy sencillo". Esta canaria de 30 años residente en Alicante asegura que en los GOE "las mujeres sí que son totalmente iguales" porque las pruebas físicas se igualan en el curso básico. El sueldo y las obligaciones también, y, "puedes alcanzar un mando en las mismas condiciones". Cuando comenzó en el Ejército pensó "que iba a ser peor, como en las películas. Pero encontré más dificultades en otros trabajos", asegura.

Que una mujer dedique su vida al Ejército hoy "algo natural", explica esta profesional que se prepara para cabo. "Antes ocupábamos puestos logísticos y ahora todas pedimos plazas operativas para pasar a la acción", agrega.

P. G. E. pertenece a la misma unidad. "Lo mejor es el compañerismo porque todos estamos igual de puteados", asegura. A pesar de las dificultades, la ilusión pesa más. "Yo vine con tantas ganas que no hubo nada malo". Se alistó en 2006 con 25 años. Quiso acceder a la escala de oficiales pero lo dejó "por pereza". Vino de Burgos porque "la de Rabasa es la mejor unidad de España". En su opinión, es vocacional cien por cien. "Hay quien entra con el ardor guerrero de los 18 años pero si no tienes ganas no te quedas".

Pero la recesión también alcanza a las Fuerzas Armadas. Al sueldo, como a cualquier funcionario, pero también al número de plazas, por lo que los aspirantes lo van a tener más difícil que nunca. La oferta de 2010 será la más baja desde 2005. Ese año, sólo en la provincia 677 aspirantes -más que el total ofertado este año- salieron aprobados con plaza. Y es que un sueldo base para los soldados rasos de 600 euros es, hoy más que nunca, un valor frente a la crisis.