Desde primeras horas de la mañana Santa Lucía se había ido llenando con el atrezzo tradicional en estas ocasiones. Las furgonas desplazadas por las televisiones se confundían con aquellas de la Policía Nacional que desde bien temprano habían sembrado de agentes con uniforme los alrededores de la pequeña fortaleza roja que ya eran los Juzgados de Orihuela. Antenas parabólicas para las conexiones en directo, profusión de cámaras fotográficas, de televisión, micrófonos de colores, muchas gafas de sol, sintonías politónicas de móvil para todos los gustos y mucha gente que no puede hacer otra cosa que esperar.

En la calle huele a río. Ese olor, viejo conocido de Orihuela, como a ribera sucia. Que no llega a ser hedor pero molesta, porque espesa con el calor. Con los treinta y tres grados del mediodía, la sombra de las palmeras era de lo más disputado por los más de cincuenta profesionales de los medios emplazados -y nunca mejor dicho- ante el Palacio en cuestión. Otros mantenían su vigilancia apostados en el callejón del Empedrado, la puerta de atrás del juzgado...por lo que pueda salir. También había curiosos que pasaban por allí, como quien no quiere la cosa, a ver a quien le había tocado esta vez el paseíllo. Ya que estaban...

Hasta Ángel Fenoll se dio una vuelta, distendido.Cuando tiene que ir es hoy, pero eso daba igual. Estaba donde tenía que estar. De vez en cuando una pequeña incursión al Horno del Obispo regalaba al paladar de algunos delicias con forma de pastel de carne, o de empanadilla de pisto. Eso, entre carrera y carrera para ver llegar al personal, aliñada con empujones y algún tropezón, que nada tenían que envidiar a los encierros de San Fermín. De enhorabuena estuvo el comercio tradicional oriolano. Ese que abre cansino sus puertas en el verano casi por costumbre, aunque la clientela está en la playa. Nadie pensaría que asunto así pudiera dar beneficios. Pero mira tú por donde. Ni el Año Hernandiano. Registraron durante toda la jornada una inusitada actividad.

En el Tudemir concentración de los llamados a declarar. Gregory, En rique Ortiz (que no perdió la sonrisa), Ripoll...refrescaban su tiempo de espera en el histórico cuatro estrellas de la ciudad. Más discretos, jueces y fiscales elegían como destino para la comida el bar El Pare, de ambiente popular y auténtico cien por cien. Y la ronda en los juzgados sigue hoy...en su fase "local".