Durante varias semanas, altos dirigentes de la cúpula regional del PP movieron todos los hilos a su alcance para que la proclamación oficial de Francisco Camps como aspirante a un tercer mandato en la Generalitat se celebrara a lo largo de los primeros días de julio. Se llegaron a barajar fechas durantes los dos primeros fines de semana del mes que está a punto de iniciarse. ¿Objetivo? Era evidente. Adelantar al máximo la decisión del PP y forzar la máquina para que, de esa manera, el jefe del Consell ya pudiera ejercer como candidato antes de que el TSJ de la Comunidad empiece a pronunciarse sobre las dos piezas ligadas a la trama Gürtel que tiene sobre su mesa: el llamado caso de los trajes, en el que Camps está imputado por cohecho impropio; y la parte del sumario remitida por el juez Pedreira a Valencia en la que, entre otras cosas, se desgrana la cuestión de la supuesta financiación ilegal del PP y de las adjudicaciones que recibieron las empresas de Francisco Correa -con El Bigotes como delegado en Valencia- desde casi todos los departamentos del Consell.

No será así. No habrá adelanto. Génova nunca tuvo la intención de acelerar la ratificación de Camps como candidato en 2011, a pesar de que sectores de los populares valencianos se habían planteado definir la decisión antes de agosto. Han empezado, de hecho, a proclamarse aspirantes de otras autonomías -caso de Aragón- pero la situación de la Comunidad es diferente. De hecho, admiten en la dirección regional del PP, el proceso interno no se abordará hasta después del verano. Quizá a lo largo del mes de septiembre. Pero lo cierto, sin embargo, es que, a día de hoy, no hay ninguna fecha concreta sobre el tapete para resolver el jeroglífico. Gürtel condiciona el calendario.

En la dirección regional del PP, al menos de puertas para afuera, la cuestión no preocupa en exceso. Hay confianza en que, finalmente, Mariano Rajoy no pondrá obstáculo alguno a la continuidad del jefe del Consell. En Valencia se da por hecho. No así entre dirigentes del PP en Madrid que entienden, aún en privado, que Camps está amortizado. Lo cierto, sin embargo, es que esa imagen de cierta normalidad que la ejecutiva regional del PP intenta transmitir no es, ni mucho menos, real. Todo lo contrario. Hace cuatro años la ratificación oficial de Francisco Camps fue un trámite que los populares despacharon de forma natural y con celeridad absoluta. Las fechas así lo demuestran. De cara las elecciones autonómicas de 2007, el jefe del Consell se fue de vacaciones en 2006, un año antes de los comicios, con su nominación en el bolsillo. Hace cuatro años, a día de hoy, por tanto, ya llevaba más de dos meses investido como candidato a la reelección.

Ahora, sin embargo, ni el calendario ni el decorado es similar. Ni parecido. La complicada tesitura judicial de Camps obliga a Génova a afrontar el tema con más calma y cautela. Y, sobre todo, sin la tranquilidad con la que el proceso se llevo adelante en los anteriores comicios. Trasladar la designación, como pronto, a septiembre le da un margen de maniobra a Madrid para marcar el camino. Pero, al tiempo, supedita aún más el futuro del presidente de la Generalitat a los movimientos que ordenen los jueces antes de que lleguen las vacaciones. En síntesis, la cúpula del PP quiere esperar para ver qué dicen en el TSJ de Valencia sobre Gürtel antes de decidir. El retraso en la designación del candidato a la Generalitat no sólo le otorga, por tanto, una prórroga a Génova para tomar la decisión con más datos sobre el futuro judicial que le aguarda a Camps en el próximo años; sino que también corta cualquier posibilidad, si es que el jefe del Consell mantenía alguna esperanza, de adelantar los comicios a octubre. Las fechas ya no le cuadran.