La mascletà de la Pirotecnia Caballer, una afamada firma ubicada en la localidad valenciana de Godella, era una de las más esperadas del ciclo fogueril de 2010. No se puede decir que el espectáculo defraudara. Pero lo cierto, sin embargo, es que, en esta ocasión, Vicente Caballer no logró redondear una mascletà que consiguiera "enganchar" al público. Mucho adorno luminoso, mucho acompañamiento, mucha envoltura pero, a la hora de la verdad, el disparo no tuvo cuerpo y, algo mucho peor, tampoco alma. Jugando con el dicho popular, el público de Luceros vio una mascletà en la que hubo muchas nueces pero poco ruido. O, al menos, no el necesario para superar a los dos espectáculos pirotécnicos que, con permiso de la última sesión del concurso que hoy protagonizarán los Hermanos Ferrández de Murcia, se destacan en la lucha por el galardón: la espectacular que Reyes Martí disparó el pasado sábado como "desquite" por el problema técnico que sufrió en 2009; y la impresionante de la Pirotecnia Europlà de Bèlgida (Valencia), que llenó de sonido la Plaza de los Luceros el pasado martes.

Una vez más, la rigidez del tiempo mínimo de disparo, obligó a Vicente Caballer a iniciar el espectáculo con cañas. Golpes aéreos con toques de color verde para iluminar el cielo alicantino. Eso le permitió alargar segundos antes de arrancar con la tradicional traca valenciana y enlazar con una serie de secuencias digitales. Fue una sucesión fluida pero monótona, sin pulso y, hasta cierto punto, previsible. Como La Roja, hasta ahora, en sus partidos del Mundial de fútbol. Mucho pase pero poca definición.

La mascletà discurrió con normalidad hasta entrar en la recta final que, todo hay que decirlo, sí aportó un punto de originalidad. Aunque el terremoto que ponía fin al disparo se quedó algún escalón por debajo de las exhibiciones de jornadas anteriores, lo cierto es que fue interesante la variante que ideó Vicente Caballer a la hora de distribuir la carga explosiva a los dos lados de la plaza. Pero sólo con originalidad no se gana. Se necesita un punto más, al menos, para conectar con el público, algo que el espectáculo no logró. Y eso quedó evidenciado en la reacción del público que, como es habitual, llenaba los aledaños de la emblemática plaza.

Amén de la protocolaria felicitación de Sonia Castedo y de la Bellea del Foc, Marian Guijarro, al pirotécnico, lo cierto es que, en esta ocasión, hubo un saludo más recatado al público y tampoco aparecieron los pañuelos blancos que muchos se guardarían para los toros. El "aplausómetro", en esta ocasión, fue más comedido. La alcaldesa Sonia Castedo, elegante y cuidadosa hasta el último detalle, destacó el nivel de las mascletàs y apuntó que, en su opinión, "lo va a tener este año muy difícil". Puede que Castedo tenga razón. Pero, en esta ocasión, el espectáculo de Vicente Caballer no logró llegar al público que, premios aparte, es el que recuerda lo insuperable y olvida para siempre lo que se queda en simplemente bueno.