El Ministerio de Medio Ambiente ha recortado de forma unilateral un 36% la superficie regable del área Vinalopó-Alacantí en el documento a aprobar en el nuevo plan de cuenca del Júcar (revisión del actualmente en vigor desde 1997), lo que puede dejar sin agua para el riego de 15.000 hectáreas en explotación e, incluso, afectar a los caudales finales que se asignen a la provincia en el trasvase Júcar-Vinalopó. El problema estriba en que los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar han hecho los cálculos en base a la estadística de 2005, año en el que 15.000 hectáreas de regadío estaban en barbecho porque no había agua debido a que la provincia sufría uno de los ciclos secos más intensos de la historia.

Los regantes consideran la situación es muy grave y preparan alegaciones a presentar antes del próximo jueves. Necesitan 200 hm3 al año y el recorte propuesto por la Confederación Hidrográfica del Júcar seria de 60 hm3 para una producción rica como es la de uva de mesa, hortalizas y frutales, según denuncia Andrés Martínez, presidente de la Junta Central de Usuarios del Júcar-Vinalopó.

"El tema es muy grave y espero que el Ministerio admita nuestras alegaciones porque de aprobarse el plan de cuenca con estas restricciones hídrica se aboca a la ruina al 30% de la producción agrícola de las tres comarcas del Vinalopó y l´Alacantí", sentenció ayer Andrés Martínez. El problema puede afectar, por otro lado, directamente a los caudales que llegarían desde el Júcar ya que "no sólo no conocemos las cantidades sino que ahora nos encontramos con este recorte en plan general en el documento que, paradójicamente, se denomina esquema para decidir la cuestiones importantes en la cuenca del Júcar", subrayó el presidente de la Junta Central.

Para el catedrático de Geografía Regional de la Universidad de Alicante, Antonio Rico, el "esquema de asuntos importantes de la cuenca del Júcar vuelve a ser un ataque directo contra los intereses de la provincia de Alicante. No sólo se plantea un recorte de los recursos hídricos, sino que afecta directamente a derechos de regadío consolidados y, como siempre, las trabas nos las ponen a los alicantinos y no, por ejemplo, en Castilla-La Mancha, donde ha habido abandono masivo de superficie de regadío".

El Ministerio de Medio Ambiente y la Generalitat han comenzado la cuenta atrás para el final de la ejecución del trasvase Júcar-Vinalopó que estará listo a finales de año para impulsar de Cullera a Villena y, posteriormente, al resto de la provincia los caudales captados en el Azud de la Marquesa. Unas obras que, incluido el postrasvase, habrán supuesto un desembolso público cercano a los 350 millones de euros, a los que hay que añadir, también, los alrededor de 100 millones de la modernización de la Acequia Real del Júcar, obra clave para generar excedentes de agua en el Júcar y así trasvasarlos a Alicante. Casi siete años después de iniciadas las obras y después del polémico cambio de trazado, todavía no se han resuelto dos cuestiones fundamentales: el precio y la calidad del agua.

Nada se sabe, de forma oficial, de la potabilizadora (40 millones) que debe garantizar que el agua sirva para beber y regar. Las buenas palabras del secretario de Estado de Agua, Josep Puxeu contrastan, sin embargo, con la realidad y con cierta indolencia de la propia Conselleria de Agua que hace dos semanas bendecía la finalización del último túnel del trasvase. Todo el mundo es consciente de que la infraestructura es fundamental pero, de momento, no tiene ni presupuesto consignado.

Los expertos alertan de que la sequía puede convertirse en algo estructural

La provincia de Alicante será una de las zonas españolas más afectadas por la reducción de las precipitaciones hasta el punto de que la sequía, hoy coyuntural, se convertirá en un fenómeno estructural debido a la falta de lluvias y, por lo tanto, a la imposibilidad de recargar los acuíferos, según consta en el plan de expertos sobre el cambio climático de la Unión Europea. Un problema que afectará también a la posibilidad de los trasvases, siempre si se cumplen las previsiones de los científicos y continúa la emisión indiscriminada de los gases que favorecen el calentamiento. Una merma del 40% en las precipitaciones en los próximos 50 años dejaría éstas en torno a los 200 litros por metro cuadrado al año, ciento cincuenta litros menos que la media estimada normal actualmente por el Instituto Nacional de Meteorología (350 litros por metro cuadrado).

El informe hecho público el año pasado confirmó que los periodos de sequía serán más intensos y, paradójicamente, también resultarán intensos los episodios de lluvias torrenciales debido, entre otras causas, al aumento de la evaporación y de las temperaturas medias en el mar. Los 156,4 litros de lluvia por metro cuadrado recogidos en la provincia en 2005 convirtieron este año en el sexto más seco de la historia de Alicante desde que comenzaron las mediciones en 1856 y el quinto más seco desde 1994. Paradójicamente, de 2005 son los datos que sacaron los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente para plantear el recorte de los recursos hídricos en un plan de cuenca que, viendo el actual, puede estar vigente desde su aprobación durante 20 años.

El climatólogo Jorge Olcina ha alertado en numerosas ocasiones que "todas la señales nos conducen a reproducir un escenario climático marcado por la aridez o, lo que es lo mismo, el avance de la desertificación en Alicante, donde las precipitaciones serán cada vez menores y muy irregulares", advierte Olcina.