El final de la Rambla marca la separación de dos Explanadas. Y es que, en sus más de 600 metros, el emblemático paseo alicantino muestra dos imágenes bien distintas, como si se tratara de dos zonas completamente diferentes de la ciudad.

El tramo que va desde la Plaza del Mar hasta la Rambla ofrece una estampa propia de este enclave representativo de la imagen de la ciudad. Bares, restaurantes y heladerías jalonan de terrazas el paseo, donde estos días la gente disfruta de las cálidas temperaturas, mientras los bañistas, toalla en mano, se dirigen a la playa del Postiguet. Negocios de toda la vida, el más antiguo de 1950, comparten protagonismo con otros más nuevos, como pubs irlandeses o arrocerías, y "fast food". Ningún local en este tramo de la Explanada permanece vacío y aunque la crisis pasa factura, los comerciantes se muestran relativamente satisfechos de su "privilegiada" ubicación.

Siguiendo el recorrido hacia el paseo de Canalejas, el panorama cambia 180º, una vez pasada la Rambla. Mucha menos gente pasea por esta zona, a media mañana, y ni siquiera los puestos de los "hippies" están abiertos.

En aproximadamente 200 metros cerca de 10 locales exhiben el cartel de "se vende" o "se alquila". Las pintadas y el deterioro de estos establecimientos dan fe del tiempo que llevan sin ocupar. "El problema son los bancos que han cerrado y que han terminado de rematar este tramo de la Explanada", explica Juanjo Azpillaga, uno de los empresarios de la zona. Entidades bancarias que pagaban elevados alquileres por los locales y que poco a poco han ido cerrando sus puertas, "dejando a esta zona muerta". Por eso, Azpillaga aplaude la iniciativa del Ayuntamiento de Alicante, que ordena adecentar 20 inmuebles para mejorar la imagen de la Explanada. "Lo que se tiene que hacer es abrir los locales que están cerrados y poner más terrazas. La hostelería es lo que da vida a esta zona".

Sin embargo, este empresario se muestra cautamente esperanzado, "porque, al parecer, en los próximos meses van a abrir tres o cuatro negocios nuevos por esta zona".

Precisamente, estos días, una cuadrilla de obreros trabaja para dejar en condiciones el local que ocupaba el restaurante Delfín, que lleva más de una década cerrado y todavía busca nuevo propietario, aunque los propios operarios se muestran incrédulos sobre el futuro del local: "Son cuatro plantas de 200 metros cada una, ¿quién va a querer alquilar esto?".

Los vecinos de la Explanada coinciden también en que la solución para esta parte del paseo pasa porque vuelva a llenarse de tiendas y comercios de hostelería. Remedios García se lamenta de que "hace cuatro o cinco años esto tenía más vida, pero con la crisis todo ha ido cerrando y si los particulares lo estamos pasando mal, ¿cómo van a estar los empresarios?".

La situación económica también es un obstáculo, en opinión de vecinos y empresarios, para poner en marcha el plan de la Concejalía de Imagen Urbana para homogeneizar el mobiliario urbano de bares y restaurantes. "Lo de la estética está muy bien, pero siempre que el Ayuntamiento dé dinero para que los empresarios puedan cumplir con estas medidas, en esta época", sugiere Remedios García.

Juan Miguel Martínez y José Miguel Martínez, dos hermanos que trabajan en uno de los restaurantes más antiguos de la Explanada aseguran que "hace unos años ya nos obligaron a unificar las terrazas. La idea no está mal, pero debe haber más flexibilidad, porque no nos dejan poner, por ejemplo ventiladores en el techo, o cerrar las pérgolas con toldos para el invierno". Con todo, estos hermanos piden "actividades de animación" que dinamicen la zona. "La gente necesita tener motivos para bajar hasta la Explanada. Si no, el paseo se muere".