Las piedras hablan. Así lo atestigua el profesor titular de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Alicante, David Benavente, quien, junto con los componentes del Laboratorio de Petrología -uno de los mejor dotados del país-, se dedica a desentrañar la esencia de las rocas (porosidad, durabilidad, resistencia...), para su mejor empleo en obra pública o privada, o bien de cara a su conservación en monumentos o lugares singulares.

"No todas las rocas valen para todo. Las piedras, como las personas, hay que saber cómo utilizarlas para sacar lo mejor de ellas".

Para los componentes del equipo investigador, los granitos, calizas y mármoles no tienen secreto alguno. "Las piedras son muy interesantes, no se quejan nunca, las ves por todas partes, forman parte de nuestra vida cotidiana. Están vivas y cambian con el tiempo; precisamente por ello, porque están vivas. No es el concepto clásico de vida, pero la tienen", afirma el experto. La tecnología de la que está dotada el centro les permite desentrañar los vicios ocultos y las bondades de cualquier material que se quiera emplear en cubrir el suelo de un paseo público o una fachada de un edificio. En el centro se analiza la resistencia mecánica, la porosidad "la parte de la roca que no existe, los huecos que hay, lo más importante del material en realidad".

Los trabajos de análisis que vienen desarrollando les permite afirmar, de manera general, que "la roca que se utiliza en la provincia es buena, pero la hay no tan buena que se coloca mal. La colocación es una cuestión muy importante en el proceso", apunta Benavente. Es ésta una cuestión que preocupa al científico, quien opina que "los arquitectos deberían reflexionar sobre el tipo de piedra que colocan en sus obras. Les interesa más la estética y el contraste que pueden presentar ante un amanecer que aspectos como su duración en el tiempo. Los empresarios deberían garantizar la calidad del material y una correcta colocación".

Conocer la intimidad de las piedras permite a Benavente afirmar que el mejor suelo interior es "el que tenga menor porosidad, porque es más fácil de limpiar"; el mejor suelo exterior, "el de mayor resistencia, ya que tiene que aguantar el desgaste que produce el tráfico rodado"; y para fachadas, el revestimiento "tiene que tener en cuenta los cambios de temperatura. El problema principal que nos encontramos en estos casos es la calefacción".

Las calizas y las areniscas son las rocas que predominan en la provincia de Alicante. Pese a su fama de fragilidad por tratarse de rocas blandas, las hay de una gran calidad. Por ejemplo, el Laboratorio de Petrología de la Universidad de Alicante ha constatado que "las rocas que hay en la Explanada son calizas muy buenas, poco porosas, de mayor duración en el tiempo que la piedra de San Julián -carretera de la Cantera, junto al Castillo-, que se ha utilizado mucho en Alicante".

La roca procedente de San Julián representa un gran problema en la actualidad. La facilidad de su extracción y la cercanía de la cantera dispararon su uso y esta piedra es visible en la basílica de Santa María, en zonas del Castillo y en la parte trasera del Ayuntamiento; en general, en los edificios nobles del centro de la ciudad. "Es muy blanda y con el paso del tiempo se altera mucho por su porosidad. En el momento que llueve, es como un terrón de azúcar. Este tipo de piedra está colocada tocando el suelo y esto representa un peligro", subraya David Benavente. Ésta es la causa de que en el Palacio de Gravina entre agua por filtraciones desde el suelo. "El agua es rica en sales y los cristales, al crecer, generan una presión que altera y deteriora la roca".

La provincia es famosa por sus mármoles, término popular, pero incorrecto desde el punto de vista geológico. "Son calizas compactas, pero a todo lo que se puede pulir se le llama mármol. Es un término comercial". En este apartado están los conocidos "rojo Alicante" y "crema marfil", a los que habría que añadir el "negro marquina" originario del País Vasco, muy usado en la provincia.

Las empresas que se dedican a la obra civil han acabado concienciándose de la importancia de colocar una piedra conveniente al uso que se le da y, en este sentido, el investigador destaca como ejemplo de intervención la piedra que ha sido colocada en el paseo de la Albufereta. "No lo han hecho nada mal".

Pese al uso cotidiano que se hace de estos elementos, la roca de la provincia de Alicante no corre riesgo de agotarse. "Quedan años por explotar, pero es cierto que cada vez queda menos "crema marfil". Hoy en día es más rentable irse a China y comprar un pedazo de montaña. Aquello es infinito", manifiesta el responsable del laboratorio, quien entiende que los materiales artificiales no pueden competir con la roca, porque "ésta está en la naturaleza, es natural, heterogénea y tiene buenas propiedades, no engaña". Desde hace milenios, la piedra no se ha visto alterada, "lo único que ha cambiado es la elaboración, el grosor. Antes se empleaban sillares y ahora piedras más finas".

La fama de los profesionales del laboratorio de la Universidad de Alicante trasciende de las fronteras nacionales en lo que a conservación del patrimonio se refiere. Han desvelado secretos que escondían piedras de Egipto para garantizar su pervivencia con el paso del tiempo, están colaborando en la cueva volcánica excavada por los guanches en Gran Canaria, "una roca muy porosa en la que es determinante mantener el nivel de humedad que impida su deterioro", así como también han utilizado sus conocimientos y tecnología en la cueva de Altamira, donde han trabajado en los aspectos geoquímicos de la piedra, o en la necrópolis de Carmona, en Sevilla.

Pero las rocas, apunta el investigador, no sólo tienen pasado y presente, también tienen un gran futuro, que pasa por su uso "como almacenadores de dióxido de carbono. Las emisiones contaminantes son un gran problema. Si conseguimos pasarlo de gas a líquido e inyectarlo en la roca que queda vacía en los campos de petróleo, tendremos una gran solución. La dificultad está en hallar una roca que selle y en ello se trabaja". Piedras, esos conjuntos de minerales inanimados para la mayoría en los que David Benavente encuentra vida.