Todo empezó el día en que los medios dieron una pequeña noticia sobre unas prótesis fraudulentas de la marca Poly Implant (PIP). Lucía salió corriendo hacia la documentación de la operación que se había realizado en una conocida franquicia de cirugía estética en 2004 para comprobar la marca de sus implantes y confirmó lo peor. Son PIP. Desde entonces hasta ahora han pasado algo más de dos meses y la información que ha recibido es a su juicio escasa. Aquella noticia hacía referencia a una nota de seguridad de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) del 31 de marzo, en la que alertaba de que los implantes estaban siendo fabricados con un gel de silicona diferente del que había sido objeto de evaluación por el organismo correspondiente. Así lo había comunicado la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de Productos de Salud tan sólo dos días antes.

En el comunicado, la AEMPS pone en duda la garantía de las prótesis, y aunque afirma que las complicaciones observadas son iguales que con otras, advierte de que hay un mayor número de roturas y casos de inflamaciones locales. Además, señala que centros y profesionales sanitarios deben dejar de implantar estas prótesis. "Cuando me enteré de todo esto acudí al centro donde me había operado y me dijeron que si no estaban rotas no pasaba nada. Me hice, pagando, las pruebas necesarias para comprobarlo y efectivamente, la izquierda estaba rota", relata Lucía, nombre ficticio de la afectada, que desea guardar el anonimato. Para colmo, la empresa fabricante ha quebrado, con la dificultad que eso entraña.

A partir de entonces la odisea ha sido asumir que, además de que la información de las autoridades competentes "brilla por su ausencia", tenía que reunir nuevamente dinero para volver a operarse, ya que al estar rota la prótesis el gel se expandía por su cuerpo. "En la clínica donde me operé me pedían 1.600 euros por volver a intervenirme y cambiarme las prótesis y ya no me fiaba de ellos. Así que busqué al cirujano que realizó la primera operación, que ya no trabajaba para este centro, y ha sido él quien me ha intervenido. He pagado 6.000 euros y he tenido que pedir un préstamo para poder abonarlos".

Pero no todas se han operado inmediatamente. Berta y Marta (nombres también ficticios) también tienen las prótesis rotas, según han desvelado sus pruebas, pero todavía no se han podido operar. "Es un comecocos, estoy todo el día dándole vueltas y siento un cansancio inhabitual. Y esta sensación es algo común en otras afectadas, por lo que me han comentado. Parece que no tienes fuerzas para nada y encima tienes dolores en el pecho", cuenta Berta. Marta recalca que tiene que tomar medicación para poder dormir. La duda gira en torno al gel que hay dentro de las prótesis y se ha extendido por los cuerpos. "¿Cómo podemos saber que no es nocivo?".

El caso ya se encuentra en manos de un abogado que representa a varias afectadas por las prótesis PIP y junto a la asociación de afectadas están pendientes de que el Ministerio de Sanidad les de una cita y esclarecer la situación.