El Hospital Sant Joan d'Alacant ha creado una técnica para detectar el tipo de alergia cutánea que padece cualquier paciente de una manera personalizada. Para poder afinar en este diagnótico, la consulta de alergias cutáneas, como se denomina al servicio que arrancó hace ahora siete meses, ha dado un paso más allá con respecto a las habituales baterías o paquetes de sustancias químicas estándar al añadir cuatro paquetes más de sustancias específicas.

De esta forma, se amplía considerablemente el abanico que se cubre sobre las sustancias que causan la afección y que se queda en el 60% usando las baterías generales o estándar, que son las que se suelen emplear.

María Pérez Crespo, la dermatóloga responsable de esta nueva unidad, la segunda de estas características que se crea en la provincia -tras la que se encuentra en el Hospital General de Alicante-, subraya que "el empleo correcto de las baterías estándar permite detectar hasta el 60% de alérgenso por contacto en la clínica dermatológica, pero ahora contamos además con otras cuatro baterías específicas en perfumes, cosméticos, úlceras y textiles". Sólo la de cosméticos incluye hasta 50 sustancias químicas, que se compran a un laboratorio y que contribuyen a que el diagnóstico de la alergia de que se trate sea mucho más pormenorizado. A partir de ahí el paciente sabrá concretamente qué contactos debe evitar.

Cómo se hacen las pruebas

El paciente que sospecha que tiene una alergia por contacto acude a la consulta, que está integrada en el servicio de dermatología del Hospital Sant Joan d'Alacant. Suele llegar derivado por su dermatólogo o por su médico de cabecera, y se le hacen las pruebas epicutáneas dos días a la semana.

Los parches con las sustancias sospechosas de la alergia de que se trate se aplican en la espalda, pero no se pueden poner cuando la temperatura ambiental es superior a los 25 grados porque se provoca un mayor número de falsos negativos. De ahí que ésta sea la última semana de la primera temporada de esta unidad dermatológica, que volverá a funcionar en octubre y que, en sus primeros siete meses, ha atendido a 70 personas, cuando la media es de 90 cada dos años.

Tras diagnosticar el agente de la alergia, el paciente recibe un informe sobre dónde se encuentra la sustancia, como puede ser el catón en los botes de champú, que en realidad aparece entre los componentes denominado como metilcloro-isotiazolinoma: "Si no lo usa, desaparecerá el eccema".