La Explanada es un tema recurrente en los vaivenes del debate urbano en la ciudad. Podría ser el paradigma de la sempiterna incapacidad e indecisión de esta ciudad para abordar proyectos con potencial transformador. En este artículo se hace un recorrido por los avatares que ha sufrido este paseo, para terminar aportando algunas ideas y objetivos que podrían reconducir un debate demasiado sesgado, como todos los que se desatan en la ciudad.

Pasado

Desde los años ochenta del siglo pasado se han ido sucediendo las intervenciones y propuestas sobre la Explanada, pero siempre se han tratado de acciones puntuales, y a menudo precipitadas, entre las que se encuentran, sin duda, las causas de las incertidumbres que gravita sobre ella en la actualidad.

Como es sabido, la Explanada es, en su origen, un proyecto realizado por la antigua Junta del Puerto en torno a 1916 sobre el suelo liberado por el derribo de las murallas, y concebida como una banda ajardinada para separar los espacios portuarios, entonces en actividad comercial, de la fachada urbana. Es una pieza común al modelo de puerto mediterráneo, como encontramos en Almería o Málaga, entre otras ciudades.

En la segunda mitad de los cincuenta se introdujo el pavimento de teselas que se ha convertido en un icono de la ciudad, a pesar de no ser demasiado original, pues imita al proyectado por el paisajista brasileño Burle Marx en Copacabana, aunque el origen de este tipo y diseño de pavimento se encuentre en Portugal. También fue en esta época cuando se construyó el templete de la música que contribuye a la identidad de ese espacio.

De un modo muy sintético se exponen a continuación algunas de las acciones e ideas más relevantes realizadas y desarrolladas sobre la Explanada en los últimos veintitantos años.

En los años ochenta se instalan los tenderetes de los llamados «hippies» y se pavimenta la calzada para vehículos de la vía de servicio junto a la fachada urbana.

En los noventa se rehabilita el pavimento del paseo que presentaba importantes desperfectos como consecuencia de los asientos en el cimiento constituido por suelo de relleno. La solución, mediante construcción de una losa «flotante» sobre pilotes, fue la adecuada, pero la deficiente calidad del material del nuevo pavimento que se colocó ha exigido la sustitución que se ha llevado a cabo en los últimos meses.

A mediados de los noventa, entre la cascada de proyectos que cayeron en la ciudad, con los que la Generalitat pretendió apuntalar la reelección de Ángel Luna a la Alcaldía, lo que, como se sabe no consiguió, figuraba la propuesta del arquitecto F. Venezia dirigida a transformar la Explanada. Proyecto que, afortunadamente, pasó sin pena ni gloria, porque hubiera tenido un impacto visual intolerable al proyectar un pórtico longitudinal en el lado del puerto; aunque también es cierto que por primera vez se abordaba la relación de la Explanada con el mar, que es uno de los invariantes de cualquier solución de futuro para este espacio.

El Plan General del 87, el que ahora se está revisando, no aportó nada nuevo para la zona que nos ocupa. Únicamente proponía una limitación de usos que no ha favorecido la diversidad de actividades en los bajos de la Explanada.

El Plan del Centro Tradicional (2006) afecta solamente al sector sur de la Explanada (el comprendido entre Rambla y Canalejas), y generó un amplio rechazo entre residentes y otros sectores ciudadanos al proponer, entre otros, la apertura al tráfico de la banda peatonal, así como un aparcamiento subterráneo de rotación en la misma, que parece se ha desestimado. Este plan se redactó en paralelo a un amplio programa de acciones en el área del centro del que está excluida la Explanada.

Lo más relevante que el Plan General actualmente en redacción propone para la zona en cuestión es el soterramiento de Conde de Vallellano. En realidad, lo que se ha hecho es recoger tal cual una idea que provenía de la Generalitat y que ha sido muy discutida porque interrumpe las visuales entre la Explanada y la dársena portuaria, al tratarse de un soterramiento parcial por la presencia de las grandes conducciones subterráneas de aguas pluviales.

Y, finalmente, la rehabilitación de pavimento del paseo iniciada a finales del año pasado es muy reveladora de cómo se ha venido actuando en la zona: no sólo se trata de una intervención parcial, sino que la misma acción lo es, en la medida que sólo se ha pavimentado, incomprensiblemente, el paso central, cuando los laterales están muy deteriorados, sin olvidar las importantes deformaciones en el pavimento de las bandas peatonales del lado comprendido entre Rambla y plaza del Mar a la altura de la fachada de la segunda manzana.

Presente

En el momento presente, la Explanada continúa bajo el signo de la incertidumbre y la improvisación. No pasa mucho tiempo sin que desde el Ayuntamiento o desde otras instancias de intereses ciudadanos, surjan propuestas e ideas. La penúltima ha sido la intención de abrir al tráfico un tramo de la banda peatonal; y la última proviene de las Juventudes Socialistas, quienes proponen la delirante idea de cortar al tráfico Conde de Vallellano todos los sábados del año para dedicarlo, a partir de las 12 de la noche, a conciertos y otras actividades lúdicas.

La conocida sentencia, tan arraigada en la ciudad, de que «la Explanada está muerta» no se corresponde con la realidad y es un imaginario extendido por determinados intereses de la zona. Los mismos que hace algunos años, para que «reviviese» la Explanada, colgaron durante un verano altavoces de las palmeras conectados a una conocida cadena de música pop, entre el espanto de vecinos y visitantes ante semejante espectáculo estridente y «cutre». O también puede ser esa la pretensión municipal al organizar, los dos últimos veranos, conciertos de rock en el templete con el resultado de que cuando empieza la actuación suelen provocar la huida despavorida de los clientes de alguna terraza próxima que estaban tranquilamente tomando el fresco.

El espacio urbano de la Explanada lo constituyen diez manzanas en cuyos bajos se encuentran en torno a cuarenta y cinco locales, de los que algo más de la mitad están dedicados a hostelería, mientras que la otra mitad se divide entre los dedicados a otros usos (entidades de crédito, agencias de viaje, etc.), y los vacíos que constituyen del orden del veinte por ciento del total. Pero, además, y de lo que se habla muy poco, en la zona hay casi doscientas viviendas (unas ciento cincuenta habitadas), más un hotel-residencia.

¿Está «muerta» la Explanada? Desde luego estos datos que se acaban de dar no lo atestiguan. Esos indicadores los encontramos en muchas otras áreas de la ciudad, en consecuencia ¿podríamos entonces decir que gran parte de la ciudad está «muerta»?.... Sin embargo, es cierto que algunas condiciones del equipamiento urbano de la Explanada puede favorecer la percepción de decadencia. Me refiero a la iluminación de la banda lateral peatonal, que es insuficiente e inadecuada, en la que todavía están instalados los báculos de iluminación de la antigua calzada de vehículos.

Con relación al debate actual sobre apertura al tráfico de una parte de la zona peatonal lateral de la Explanada, ya se hizo una crítica razonada a soluciones a esta solución con motivo de la exposición al público del Plan Especial del Centro (Información 5/3/2006 y 14/1/2007). Recordemos brevemente un par de aquellos argumentos. En primer lugar, cualquier espacio público peatonal ganado en la ciudad al coche privado, garantizando el derecho a la movilidad por otros medios, es una apuesta por una mejora de la calidad ambiental y la seguridad de todos los ciudadanos. En segundo lugar, está demostrado hasta la saciedad que un aumento de la capacidad viaria para vehículos tiene un efecto de atracción de más tráfico, sobre todo en áreas con una cierta densidad de tráfico como ocurre en este caso.

Paradójicamente, cuando en uno de los lados de la Explanada (Conde de Vallellano) se propone su peatonalización, el otro se quiere abrir al tráfico. Éste es un síntoma más de la esquizofrenia urbana que padece la ciudad.

Futuro

En primer lugar, una cuestión previa a cualquier decisión que se tome sobre el futuro de la Explanada tiene que ser la de tener claro qué es lo que se pretende que sea ese espacio público. La respuesta no es difícil pues se encuentra implícita en la interpretación de su vocación urbana.

La Explanada es un lugar en el que confluyen memoria y tradición con valores únicos en la ciudad, derivados de su emplazamiento en la frontera ente la ciudad y el mar, con toda la carga simbólica que imprimen los límites, situación que hace que se perciba al mismo tiempo como un lugar cerrado y abierto, además de su extraordinaria condición de centralidad, y por su calidad ambiental (a pesar del ruido del tráfico en Conde Vallellano).

Por todo ello, la Explanada debería de contemplarse como una estancia acogedora de elevada calidad ambiental y escénica, como un gran salón público cuya estructura de cubierta son las palmeras; donde sea posible, y de una manera simultánea, tanto el encuentro como la intimidad, donde cualquier ciudadano se sienta seguro en el más amplio sentido de la palabra, donde las actividades que se programen sirvan para unir a todos los ciudadanos y sean compatibles con ese carácter esencial del lugar, al mismo tiempo que continúe siendo una ventana abierta a la sociedad y al tejido social de la ciudad.

Una futura acción pública sobre la Explanada debería de estar definida por unos objetivos dirigidos a materializar y potenciar las cualidades y valores que se acaban de exponer. Entre ellos destacaría:

Una intervención con una intencionalidad globalizadora tendría que ampliar el ámbito de la misma más allá de sus límites estrictos. Para fomentar su significado de frontera entre la ciudad y el mar habría que incluir algunos espacios de su entorno, como las plazas de Gabriel Miró, Portal de Elche y Ayuntamiento.

Se tiene que aprovechar el potencial cultural del rosario de equipos y emplazamientos culturales e institucionales en la trasera de la Explanada que se extiende desde el museo de la calle Gravina hasta la Sede de la Universidad, pasando, entre otros, por la Casa Bardin (sede del instituto Gil-Albert) y el Conservatorio. Este último equipo está saturado y necesita ampliación, y sería muy negativo para esta zona de la ciudad que la abandonase saliendo hacia otro emplazamiento alejado de la misma. Habría que encontrar un emplazamiento para el Conservatorio en el mismo entorno. En este sentido, ya se ha trabajado alguna idea (hay un proyecto fin de carrera de Arquitectura con propuestas interesantes en este sentido)

Una estrategia de futuro sobre la Explanada debería de venir articulada desde una modalidad de intervención que recogiese, simultáneamente, tanto objetivos de planeamiento como de proyecto y gestión, unido a un proceso de participación ciudadana enfocado a encontrar un consenso entre los diferentes agentes sociales y económicos implicados.

Entre los objetivos prioritarios de una intervención en el área de la Explanada debería de estar el de incrementar su relación con el mar, así como la articulación peatonal longitudinal con el resto de la fachada marítima.

El proyecto de soterramiento de Conde de Vallellano surgió como una de esas promesas que se lanzan con tanta alegría en las campañas electorales de cualquier partido. Suelen estar poco pensadas, como ocurre con ésta. En cualquier caso podría ser, entre otras, una de las alternativas a evaluar, aunque ya se ha hablado anteriormente de sus efectos negativos en el paisaje. Además, hay que tener en cuenta que el soterramiento tendría impactos importantes en el resto de la fachada litoral que refuerzan la exigencia de un estudio cuidadoso de la misma.

Incrementar la accesibilidad peatonal en la zona, manteniendo las superficies peatonales actuales por las razones que se han expuesto.

Introducir una normativa dirigida a lograr un grado de diversidad funcional en los locales de la fachada de la Explanada que equilibre la hegemonía de la hostelería para garantizar la animación en el tiempo.

Exigir una alta calidad de diseño formal en el mobiliario y, en general, de la escena urbana.

La Explanada es un espacio urbano muy frágil en donde cualquier acción o intervención que se decida debe de estar muy meditada y tiene que ser compatible con su vocación de espacio público singular y monumental en la ciudad.