¿Cómo ve la economía valenciana? ¿Qué se ha hecho mal para ser una de las más castigadas por la crisis?

Lo que se ha hecho mal es que no se intentó cambiar el modelo productivo cuando la economía iba bien y ya había suficientes señales de que el modelo era desequilibrado y que se apoyaba en sectores de muy baja productividad y sujetos a eventualidades como la que se ha declarado en esta crisis económica. Además, en su momento, hubo determinados sectores empresariales que advirtieron del peligro que suponía una economía apoyada sobre todo en la construcción, pero no hubo una decisión política potente para propiciar el citado cambio.

¿Nos queda mucho tiempo para entrar en la recuperación?

Ya hay signos de que al menos se está estabilizando la situación económica. Empieza a haber una mayor demanda de crédito, los datos de empleo más recientes -hablamos del mes de abril- son positivos y la reactivación económica del conjunto de las economías más desarrolladas puede impulsar el crecimiento de la economía española, dado el carácter abierto que tiene. Creo que hay en este momento una sensación negativa superior a lo que los últimos datos señalan. Es imprescindible superar este efecto psicológico.

La deuda de la Generalitat es enorme. ¿Qué se puede hacer para contenerla?

No gastar. La deuda acumulada es enorme, efectivamente, pero en la medida en que el Gobierno valenciano decidió llevar a cabo una política de reducción de impuestos con carácter propagandístico y una proliferación de los gastos destinados a engordar la Administración autonómica, la solución en este momento pasa por un plan de austeridad de la Administración autonómica y por una mejora en la capacidad recaudatoria.

¿Cuándo empezará a fluir el dinero a las empresas y los particulares?

Hay crédito. Nunca ha dejado de haberlo, lo que pasa es que los problemas de crédito se han dejado sentir más en determinados sectores que antes de la crisis obtenían dinero con mucha facilidad y en este momento están encontrando problemas porque se ha trasladado al conjunto de esos sectores la desconfianza de las entidades financieras. No obstante, el crédito solvente, el que responde a empresas que tienen proyectos de futuro, en este momento tiene opciones para obtener financiación, entre ellas desde el crédito público.

¿Cree usted que Bancaja y la CAM deben fusionarse o deben buscar aliados fuera de la Comunidad?

No lo tengo nada claro. La CAM y Bancaja, a lo largo del tiempo, han generado estructuras muy dispares y ahora no tengo elementos suficientes para poder opinar sobre ventajas e inconvenientes de una hipotética fusión. En todo caso, hay una cuestión importante y es que cualquier solución debería preservar los intereses de la Comunidad Valenciana.

¿Cómo ve que el Consell no tenga una posición definida?

Me parece que el Consell podría haber utilizado en su momento su capacidad de influencia para propiciar una solución que salvaguarde el interés de los valencianos. Probablemente el tema es más complejo en la actualidad, dada la situación del sistema financiero. A esto quiero añadir que creo que tanto la CAM como Bancaja tienen entidad suficiente como cajas individuales sin que una fusión de cualquier tipo parezca una necesidad inmediata, salvo si se trata de una operación para mejorar su posición en el sistema.