Francisco Camps, presidente de la Generalitat, y Joaquín Ripoll, líder del PP en Alicante, ya rompieron hace mucho tiempo. Apenas tienen contacto, más allá de la relación puramente institucional, y mantienen una visión absolutamente opuesta sobre el futuro de la formación en la Comunidad. Pero la ausencia de Ripoll de la reunión de la cúpula del PP para respaldar a Camps después de que el Supremo lo haya situado a las puertas del banquillo tras reabrir la causa por cohecho ligada a la operación Gürtel -el caso de los trajes-, no sólo ha ahondado más esa fractura sino que la convierte en prácticamente definitiva. Joaquín Ripoll juega sus cartas. ¿Objetivo? Tener un sitio en la mesa que decidirá sobre una eventual sucesión del jefe del Consell.

A micrófono abierto, Ripoll dejó clara la postura, adelantada por este periódico, de la cúpula del PP de Alicante -elegida "democráticamente", subrayó el titular de la Diputación- sobre el respaldo organizado desde Valencia a la figura del jefe del Consell tras una resolución que le sitúa al borde del banquillo por un delito vinculado a un caso de supuesta corrupción. "No fuimos conscientemente", explicó Ripol en referencia al acuerdo del comité de dirección provincial del PP para evitar acudir al acto de desagravio a Camps. Ripoll, al frente de la única organización territorial del PP en la Comunidad que aún no controla el jefe del Consell, subrayó que Génova "conoce" las razones de la decisión y, en todo caso, se mostró partidario de habilitar un plazo de "tiempo para seguir ampliando conversaciones y vías de diálogo".

El titular de la Diputación reclamó "respeto por las decisiones judiciales" independientemente de que "unas gusten más y otras menos" y advirtió, en un recado directo para Francisco Camps y para el propio Rajoy, que esta actitud debe ser compartida "por todos" en el Partido Popular. "He explicado a las personas que considero que debo nuestras razones para no estar allí. Creo que hay que dejar un tiempo para que la situación se vaya aclarando", continuó. Efectivamente, el presidente de la Diputación mantuvo, tras conocerse el fallo judicial, una conversación telefónica con la vicesecretaria general del PP, Ana Mato. No ha tenido contacto alguno, por contra, ni con Francisco Camps ni con otros dirigentes de la cúpula popular en la Comunidad Valenciana.

Ripoll quiere jugar en los movimientos que se puedan producir de ahora en adelante para ordenar el futuro del PP. Sabe que si se queda quieto, llegado el momento, tendrá menos influencia. Quiere, por tanto, tener un papel en el proceso y, de paso, mantener cohesionadas a sus huestes como la única vía para seguir resistiendo. Al entorno de Camps le preocupa ese escenario. Y mucho. Alicante es la principal organización territorial del PP de la Comunidad y la segunda de toda España en número de afiliados y el presidente de la Generalitat no se puede permitir trasladar la imagen de que una de las piezas del engranaje autonómico popular no le otorga un respaldo explícito.

Para intentar evitar esa imagen, como se recordará, cuatro de los cinco dirigentes que intervinieron en la reunión de la Junta Directiva Regional del PP -Rafael Maluenda, Pedro Hernández Mateo, Maite Parra y Manuel Pérez Fenoll- proceden del campismo alicantino. Y la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, se encargó de poner el punto crítico contra la decisión de los ripollistas. Ayer, para intentar escenificar que Camps también cuenta con respaldos en Alicante, la cúpula regional del PP ordenó a algunos alcaldes que salieran a la palestra para mostrar su adhesión a la figura de Francisco Camps, en una estrategia que los populares utilizan habitualmente. Emitieron comunicados para dar cobertura al jefe del Consell los alcaldes de Algorfa y Almoradí, Antonio Lorenzo Paredes y Antonio Ángel Hurtado, de la Vega Baja; el primer edil de El Campello y diputado provincial Juan Ramón Varó, de l'Alacantí; los alcaldes de Finestrat, Honorato Algado, y La Vila, Jaime Lloret, de la Marina Baixa; y la regidora de Elda, Adela Pedrosa, uno de los pilares del movimiento campista en la provincia de Alicante.

Además, el jefe del Consell también lanzó a la guerra a algunos de sus peones como el vicepresidente Vicente Rambla con la cúpula provincial del PP como objetivo. "Cada cual debe dar las explicaciones que considere", ironizó Rambla durante una visita a Alicante en la que también comprometió el respaldo de la dirección nacional del PP a Francisco Camps, apoyo hasta ahora, sin embargo, muy tibio. Es evidente que el conflicto le preocupa a un titular del Consell, muy debilitado y pendiente de su carrerra política a expensas del rumbo que tomen las decisiones judiciales. Pero, sobre todo y especialmente, a Génova.

La cúpula nacional del PP no se puso ayer ante las cámaras para dar un respaldo explícito a Camps -Rajoy siguió en silencia- pero sí, por contra, para reclamar calma y minimizar el impacto del conflicto interno en el PPCV. En declaraciones a Punto Radio, el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, aseguró que los militantes no se merecen que sus dirigentes se "enreden" en "complejas batallas internas". El antiguo conseller de Camp defendió que en el PP trabajan "miles de personas de forma anónima y gratuita" que "se entregan por una causa en la que creen de manera interesada y muchas veces heroica" y calificó las luchas internas de episodios "propios de oligarquías poco democráticas". "Estoy convencido de que vamos a ser conscientes en la Comunidad", aseveró Pons.