Son las once y media de la noche del jueves. Quedan pocos minutos para que comience el encuentro. Por un lado, el equipo de la Policía Local, con nueve agentes. En la defensa, cuatro de ellos bloquean los accesos que conducen a la parte del paseo del Postiguet que rodea los hoteles Meliá y Porta Maris de Alicante. Este espacio ha sido cercado por el Ayuntamiento con unas vallas para acometer una obra de pavimentado, precisamente el primer día de marcha semanal tras la negativa del Puerto a permitir en la zona Volvo un "botellódromo" y después de que los hoteleros reclamaran una solución urgente. El equipo policial también cuenta con otros cinco agentes, a modo de líberos, que van controlando cualquier invasión del Casco Antiguo por parte de sus contrarios: los jóvenes que practican el botellón.

Éstos les superan en número. Los agentes, por tanto, sólo pueden aplicar la táctica "Mourinho": defender, defender y defender. Fuentes policiales aseguran que han cambiado la estrategia, aunque no pueden decir el por qué. A las doce menos cuarto llega el primer grupo de cinco chavales decididos a entrar en la zona conocida como "las rocas del Meliá". Al ver las vallas, indignados, piden explicaciones a los propios agentes: "¿Qué pasa, que esta noche no hay botellón o qué?".

La respuesta es que sí, aunque no la dan las fuerzas de seguridad. Los jóvenes no sabían nada de esta situación que les arrebata el espacio donde, según fuentes policiales, se llegan a juntar cerca de mil personas muchas noches. Ya han comprado el alcohol "y nos lo vamos a beber donde sea", señala Adrián, que lidera a unos cuantos estudiantes de Ingeniería que buscan unas horas de distracción en la noche en la que, habitualmente, salen de fiesta los universitarios.

No son los únicos. Ninguno de los diferentes grupos que van llegando en romería al paseo del Postiguet tiene intención de volver a casa a leerse un libro. El modus operandi es claro. Se acercan a la zona, se dan cuenta del problema, proceden a un cónclave que dura unos minutos y comienzan a informar a sus amigos con el móvil. "Me acaban de decir que el barrio está "petao de monos"". Traducción: "En el Casco Antiguo hay muchos policías, es mejor no ir".

A la media hora, entre 15 y 20 personas ya han tomado una pequeña calle junto al colegio San Roque. Ellos mismos autocontrolan cualquier tipo de jaleo, porque saben que si cabrean más de la cuenta a los vecinos, no tardarán en echarles de allí. "A nosotros no nos gusta hacerlo aquí. Pero es que nos quitaron el Benacantil y ahora la zona del Meliá, así que no nos dejan más opción que escondernos. Deberían poner ya un sitio regulado", argumenta uno. Las escaleras junto al parque de La Ereta y la plaza de la Virgen del Remedio también se convirtieron en buenas alternativas.

En plena zona de marcha del Barrio, unos cuantos universitarios, un tanto agobiados porque ya les han tirado de varios sitios, comentan que en otras ocasiones son los propios agentes los que les proponen lugares para que no molesten a nadie. También dejan claro que, de momento, no les están multando, simplemente pidiendo que recojan y se marchen.

Lo que resulta evidente a la una de la madrugada de la noche del jueves al viernes es que el cambio de táctica de las fuerzas de seguridad no ha acabado con el botellón, pero ha servido para dispersar a los jóvenes que se venían agrupando en el entorno de los hoteles en pequeños grupos que se van repartiendo por distintas zonas de la ciudad para seguir consumiendo alcohol. En ese momento, la mayoría de bares y pubs del Casco Antiguo presentan un aspecto desangelado.

En el paseo del Postiguet, uno de los jóvenes que está consumiendo alcohol, Mario, comenta que llevan allí una hora y que nadie les ha echado. "Simplemente han venido algunos agentes y nos han pedido que recogiéramos un poco".

También hay algunos grupos que han optado por la arena, escondidos entre las sillas de playa. Nada de esto parece importunar a los policías, que pueden divisar perfectamente el paisaje. Aunque matizan que se han hecho dos batidas por el paseo y han pedido a la gente que se fuera -lo cual no había sucedido mientras pronunciaban estas palabras-, dejan claro que "a nosotros nos han dicho que no nos movamos de aquí, no podemos hacer mucho más".