¿Cuántas saetas interpretará en el Club?.

Tengo previstas cinco, que luego serán más porque el público siempre quiere que repitas. La saeta es tan difícil, que si sale muy alta te estrellas y si sale muy baja no vale un duro. Pero esperamos que la cosa fluya, seguro que será así con la ayuda de mi guitarrista, Antonio Carrión, hijo de Carrión de Mairena, con el que tengo amistad desde hace quince o veinte años.

¿Con qué tipo de saetas piensa deleitar al público?

Las saetas nunca se puede cantar igual porque sería un monólogo absurdo. Iremos cambiando de música, por seguiriya, incluso por peteneras. A lo mejor me fusilan pero puede quedar hermoso. Si se cantan dos saetas iguales la cosa no funciona. Uno tiene sus recursos y ni el público ni el Cristo o la Virgen "que escuchan" deben aburrirse con la misma música.

Para el profano, se puede decir que hay mucha variedad...

Quienes piensen que todas las saetas son iguales están muy equivocados. Cada pueblo de Andalucía tiene su propio estilo de saetas. Antonio (el guitarrista) me propone empezar con una de mi pueblo, cómoda de hacer, larga y que llega. Cantaré una que grabé siendo muy joven, con 22 añitos, y que va dedicada a quien ayuda a Cristo con la cruz, titulada "Encorvao y sin fuerza ya", así acaba el poema, que es en realidad lo que se le canta a las vírgenes y los cristos.

¿Cuándo actuó por última vez en Alicante?

Hace un mes y medio en la Universidad. Tengo 68 años y llevo 35 viniendo, me siento un poco "alacantino", y voy a estrenar una saeta para Alicante, de la que siempre he estado cerca gracias a José Antonio Martínez Bernicola, compadre mío, ya fallecido, con el que estuve como era mi obligación.

Los alicantinos, ¿disfrutan con las saetas?

Las saetas son bien recibidas donde las cantes. Quizá en Valladolid o Palencia no ocurre porque no hay un Bernicola que se ocupe de esto. Allí son pasos muy bonitos pero sosos. Con las saetas cobran vida, es la diferencia. En Alicante le gustan a la gente. Cuando canté en el barrio de Santa Cruz, parecía que estaba en Triana, el barrio más castizo, gitano y flamenco. Aquí tenéis espontáneos. Es bonito, porque la saeta surgió de ahí, de un espontáneo que al ver un paso lo sintió dentro de su cuerpo, como me pasó a mí, es una cosa que absorbe.

¿Cuál ha sido el momento más intenso que ha vivido?

Fue en Sevilla. Todo el mundo habla de La Macarena pero el Gran Poder es el Gran Poder. En la calle Placentines, que es muy estrecha, el paso entraba muy justo, me quedé debajo de él y fue terrorífico, no pude cantarle, me acogoté. Lo pasé mal, viendo un rostro tan sumamente dramático. Sí le canté en la calle Zaragoza, en casa de Juana Aizpuru, y, yo que soy ateo, me emocioné.