Los pocos vecinos que ayer pasaron por el Instituto Las Norias de Monforte del Cid hacia sus viviendas entre las 9.30 y las 12 horas se toparon con una imagen chocante. El director del centro, José Luis Santiago, sancionado por la Conselleria de Educación por permitir que se pusiera en el hall una foto boca abajo del conseller Font de Mora, trabajaba con un portátil sobre una mesita plegable de camping, sentado en una vieja silla de hierro. "No estoy ejerciendo ninguna labor de dirección, no puedo -reconoció a este diario-, pero quería protestar simbólicamente por una sanción que, como señala el cartel, me parece injusta".

El cartel al que se refiere lo tiene a la espalda. Lo colocaron los profesores el primer día en que el director expedientado empezaba a cumplir su sanción -ayer hizo una semana- con una cita de Platón y el número de días transcurridos: "La peor forma de injusticia es la justicia simulada".

En la primera hora de trabajo a las puertas del instituto apenas se acercan al director algunos profesores que tienen hueco en su horario, pero todos ellos se solidarizan con su acción y le acompañan. A la hora del recreo se unen los alumnos a los que daba clase de Educación Física y también le acompañan desplegando una pancarta que han hecho ellos mismos: "¿Es delito la libertad de expresión? Parece que sí. Estamos contigo".

Santiago admite que algunos padres miembros de la asociación de padres le acusan de estar politizado "y por más que les explicas la situación, no hay manera. Con los alumnos en el centro organizamos actividades solidarias también, y no meramente académicas, como la que estoy preparando en el ordenador porque ya la teníamos pensada antes de que se produjera la sanción". También ha percibido que las protestas de la comunidad educativa por su causa se han "enfriado", aunque ha recibido numeroso respaldos, pero opina que es "comprensible" por el "hastío de la situación y porque todos buscamos lo mejor para nuestro centro, aunque en ningún caso se deba sancionar por hablar".

Los hay que se acercan a su improvisado despacho al exterior para preguntar si hay que echar una firma por la causa y a José Luis Santiago sólo le queda la esperanza de que el recurso contencioso que va a interponer le dé la razón finalmente.