Andy Warhol y su famosa lata de tomate Campbells, realizada con discos de algodón desmaquillantes y papel pinocho; Goya y "El Quitasol", hecho con arroz, garbanzos y fideos para el relleno de los trajes, con dátiles por botones y palitos de polos y plastilina por sombrilla. Son algunos de los cuadros que los alumnos de la Escuela Infantil San Jorge de Alicante, entre uno y cinco años, han estado elaborando las dos últimas semanas con sus maestras y sus familias en un original proyecto educativo que la directora del centro, Charo Oliva, denomina "Descubrimos la pintura".

Pese a lo pequeños que son han aprendido que Las Meninas es un cuadro de Velázquez porque lo han reproducido "con cartón y pinturas" como cuenta Ana a la que han ayudado "mi hermano, mis abuelos, papá y mamá".

La implicación de los padres ha contribuido al éxito del proyecto, como explica la directora, ya que también ellos han aportado sus propias obras, como "La Maja vestida" de Goya, de cuyas orejas de cartón cuelgan unos pendientes relucientes, "La Menina" con el cuello rodeado por un collar de perlas real o el Velázquez de Carlos Salas con alambre por cabello.

Las trece aulas del centro y sus 300 alumnos han participado para completar con sus trabajos una exposición que la escuela piensa mantener durante un tiempo por su originalidad y creatividad. Entre las aportaciones de los niños más pequeños figuran autorretratos de los propios alumnos -Christian, Carlos, Hugo, Ana, Chanel o Alba- presididos por el de Goya: "Los niños se han mirado al espejo, como figura en el cuadro, y se han pintado a sí mismos".

Gaudí, Gastón Castelló, Van Gogh, Picasso, ninguno de ellos les resulta ya ajeno a estos niños, por pequeños que sean. Además, para rematar el proyecto educativo del centro sobre el descubrimiento de la pintura, se han vestido, a su vez, simulando los trajes de los personajes de las obras más famosas para escenificar las pinturas con materiales tan caseros como grandes bolsas de plástico para basura con distintos colores, globos forrados de periódico y tratados con una mezcla de cola y agua que, al secar, convierte el globo original en una superficie dura junto a otros globos, esta vez rotos, a modo de pañuelos al cuello. Todo un derroche de imaginación práctica.