Con la boina en una mano, sin esposas, y con el rostro mirando al suelo, avergonzado por su crimen. Así salía ayer de la sala del Juzgado de Instrucción número dos de Picassent, camino de prisión, Matías Díez, el hombre de 86 años acusado de matar a su mujer, Mercedes Beltrán, en Catadau la noche del lunes. El presunto homicida confesó los hechos ante el juez y se reafirmó en su versión de que querían envenenarlo. No obstante, alegó que "no quería matarla, era para asustarla". Cuando se dio cuenta de que su mujer estaba muerta, pensó que había cometido "una barbaridad". Por otro lado, 250 personas asistieron ayer al funeral por Mercedes.

El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Picassent, competente en materia de Violencia sobre la Mujer, acordó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, del acusado. El acusado, que se había negado a declarar ante la Guardia Civil, explicó ante el juez lo ocurrido la noche del crimen. "A mí nadie me falta al respeto", declaró el acusado intentando justificar su brutal crimen. El matrimonio mantuvo una discusión motivada nuevamente por la falsa creencia de que ésta le envenenaba y, según el acusado, su mujer le dijo que era una "carabassa" y que esa iba a ser "su última comida". Este hecho molestó al octogenario, quien salió al patio, según reconoció ante el juez, y cogió una palo de madera. Posteriormente regresó al comedor y golpeó a su mujer hasta matarla.