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El aeropuerto de El Altet ha desarrollado hoy con éxito un simulacro de accidente aéreo con el fin de enriquecer la coordinación de las organizaciones implicadas en la respuesta y mejorar los procedimientos de emergencia.

En la actividad, enmarcada en el programa de revisión del Plan de Emergencias Aeronáuticas, han participado más de doscientos profesionales pertenecientes al Consorcio de Bomberos, a los servicios de Protección Civil y a la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante, entre otros cuerpos de seguridad y salud.

También han intervenido cerca de sesenta estudiantes de Sanitario y Maquillaje del instituto de Secundaria 'La Torreta' de Elche, quienes han interpretado a los heridos.

Según ha indicado la subdelegada del Gobierno en Alicante, Encarna Llinares, que ha estado presente durante el ejercicio, las administraciones tienen "la obligación de tener todo preparado para que, en caso de accidente y esperemos que nunca ocurra", estén listos.

La actuación se realiza cada dos años y, durante la misma, hay observadores especializados que anotan los tiempos para "modificar lo conveniente de mejorar", ha explicado el director del aeropuerto de El Altet, Santiago Martínez.

El tiempo, en este caso, es vida, como ha subrayado la directora del servicio de emergencias sanitarias de Alicante, Mercedes Carrasco, quien ha afirmado: "En una catástrofe, lo prioritario son los pacientes con posibilidad de vivir, y hacia ellos volcamos los recursos".

El tiempo acaba en el momento en que el último herido se ha trasladado al hospital más adecuado, "no sólo cuando se despeja el área afectada por el accidente. Por ello no se tiene tanto en cuenta lo que se refiere a llegar más o menos tarde, sino a actuar correctamente" en la derivación de cada accidentado, según Carrasco.

El simulacro, bautizado este año como Alcaraván 2009, ha durado algo más de una hora y media, y ha contado con la presencia de seis ambulancias y más de tres camiones de bomberos, además de un helicóptero.

Alcaraván 2009 ha comenzado con el incendio provocado de una estructura cilíndrica de metal en las inmediaciones del aeródromo.

Ante esa situación, tiene lugar un protocolo muy definido que empieza por el levantamiento de la voz de alarma por parte de la torre de control de la base aérea y, a continuación, se moviliza el servicio de extinción de incendios del aeropuerto que trabaja para sofocar las llamas mediante el lanzamiento de espuma.

Por otro lado, los cuerpos de seguridad, entre ellos Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Local, se encargan de controlar las vías de accesos y distribuir los efectivos al lugar de la emergencia.

El rescate de las víctimas es el siguiente paso, al que le sigue la clasificación de los heridos según el nivel de sus daños y la prestación de primeros auxilios en un espacio acotado.

Se traslada, entonces, a los pacientes a los centros hospitalarios y se registra a los afectados por el siniestro.

Finalmente, se procede al levantamiento de los cadáveres, hasta siete en este simulacro, que, en opinión de Martínez, "se ha desarrollado conforme lo preciso".