Soy feliz gracias a Camps. Nunca le agradeceré bastante que destrozara mis empresas en Valencia y me permitiera dedicarme a mi familia y a lo que más me gusta". Habla Jesús Sánchez Carrascosa (Cartagena, 1957), ex secretario general de Presidencia de la Generalitat con Zaplana, ex director de Canal 9 y de otros medios privados, que ahora dirige el primer supermercado ecológico de la provincia en el centro de Alicante. De político a tendero y del núcleo de poder del zaplanismo al anonimato, este experto en marketing electoral y provocación periodística ha pasado de organizar el mitin de Aznar en Mestalla a repasar cada mañana las manzanas y los huevos de "Super Sano", su tienda. Sereno a los 52 años, Sánchez Carrascosa asegura que no tiene capacidad para el rencor, pero es implacable cuando juzga a Camps, al que da por liquidado como candidato a la Generalitat en 2011 por el escándalo Gürtel: "No dice nada más que sandeces y lugares comunes, y no se atreve ni a dar una rueda de prensa por su inseguridad".

El ex director de Canal 9 que logró los mejores resultados del ente con programas de telebasura como "Tómbola" -"No me arrepiento; me limité a cumplir objetivos"- llegó al periodismo y la política sin carné alguno y de rebote desde la ecología. Tras fundar varios grupos medioambientales en Murcia y comenzar a colaborar en prensa, en 1983 participó en la campaña autonómica del PSOE, cuatro años después en la del Partido Cantonal de Cartagena y en 1991 en la de Unión Valenciana. El baile terminó un año después cuando su paisano y compañero de colegio Eduardo Zaplana le llamó para decirle que iba a ser alcalde de Benidorm. Ahí trabó una relación "de colaboración y admiración" con el ex presidente de la Generalitat que aún mantiene y que le llevó a coordinar la campaña del PP en 1995 y, tras la victoria, a la secretaría general de la Presidencia de la Generalitat -"el trabajo más aburrido de la humanidad"- y a la dirección de Canal 9, de la que dimitió en noviembre de 1997 tras triplicar su cuota de audiencia. De vuelta al mundo privado de la comunicación, se hizo cargo de la televisión local Valencia Te Ve y, más tarde, del "Diario de Valencia".

Inquieto por naturaleza, Carrascosa reitera que es "inmensamente feliz" desde que Camps le sacó del periodismo. "Pero no por ello le guardo rencor", asegura. "No tengo capacidad para el odio". Desde este punto, una conversación centrada en la ecología y el marketing electoral evoluciona con cierta naturalidad hacia la caída en desgracia del presidente de la Generalitat por la pendiente del caso Gürtel. Hay escarnio, pero sin estridencias. "Conviene recordar", advierte, "que la culpa de que Camps llegue a jefe del Consell es de Zaplana, que lo puso ahí pensando que podría continuar su proyecto. Ya me lo ha dicho varias veces: he ido a fallar en lo único en lo que no tenía que equivocarme", en la designación del sucesor.

Zaplana se marchó con Aznar al Gobierno central en 2002, dejó a Olivas al frente del Consell y preparó el terreno para que Camps pudiera ganar en 2003. ¿Y cuándo se quebró la confianza entre el entonces ministro de Trabajo y su delfín? "Justo el día en que Camps entró en Presidencia, dio de baja el móvil del partido, pidió uno nuevo y todavía no le ha dado el número a Zaplana, que para hablar con él tenía que hacerlo a través de Ripoll", explica el ex secretario de Presidencia, que recuerda que aún sigue esperando la cita que le pidió a Camps a mediados de 2003. "Desde ese momento, desde el primer día, se dedicó a machacar a los afines a Zaplana: si estás con él, estás contra mí. Es increíble".

Sánchez Carrascosa trae a la memoria que fue el único en prevenir al ex jefe del Consell contra la elección de Camps como sucesor. "Desde el principio me dio la impresión de que no era persona de fiar; no tenía datos, pero sí la intuición de que es alguien que dice a cada uno lo que quiere oír". Justo lo que ocurrió el 13 de octubre con la fallida destitución de Ricardo Costa. "Exacto. Eso es Camps", puntualiza. Y entra de lleno en el caso Gürtel: "Las prácticas del partido que han salido a la luz yo las intuía al conocer a las personas y porque yo he hecho para Zaplana ese trabajo que hacían Costa y El Bigotes, pero dentro de los cauces". Es claro que el presidente está tocado; ¿puede que también hundido? "Hundido es difícil porque sólo te puede hundir un juez o tú mismo si dimites, pero ya ha demostrado que no tiene agallas, como le dijo Rajoy. Si a mí me publican cualquiera de las conversaciones que han salido de él, yo ya me hubiera ido hace siglos".