Con la cara tapada y sin mostrar arrepentimiento. Aunque los medios de comunicación ya habían mostrado su rostro cuando hace un año segó la vida de Dolores C. P. a cuchilladas en el interior de la tienda de artículos eróticos que regentaba, José Carlos Marín se ocultó ayer tras un pasamontañas a su llegada a la Audiencia Provincial para ser juzgado por estos hechos. Una vez en la sala y ante un jurado popular escuchó impasible la acusación del fiscal contra él y lo reconoció todo: el 30 de septiembre de 2008 entró al establecimiento "Pikardías" de la calle Reyes Católicos y, sin ningún motivo, apuñaló a la dueña, de 52 años, hasta la muerte. Aunque tras ser detenido alegó que padecía una enfermedad mental y que no era consciente de sus actos, ayer admitió que sabía lo que hacía y que la atacó a traición para que no pudiera defenderse.

Mientras en la sala un miembro del tribunal relataba los hechos que el acusado reconoció íntegramente, la hija de la víctima, de 22 años, no pudo contener las lágrimas. Tras admitirlo todo, el procesado mostró su frialdad al sostener con desafío un cruce de miradas con el hijo de la fallecida, de 27 años. Los allegados de Dolores mantuvieron las formas pese a la rabia y la impotencia, pero no pudieron evitar derrumbarse al escuchar las palabras del asesino, quien ahondando en el dolor de la familia aseguró que la víctima instantes antes de morir le pidió "que le dijera a sus hijos que los quería mucho".

Un psicópata. Así lo califica el fiscal, que le pide una condena de 16 años de prisión -uno más que la defensa- por un delito de asesinato con alevosía y advierte del riesgo de que reincida. Y es que José Carlos Marín, de 43 años, ya había sido condenado anteriormente por intentar asesinar a tres dependientas en Zaragoza, donde se le conoce como "el psicópata de las papelerías".

Cuando mató a Dolores hacía cuatro meses que había salido del psiquiátrico tras haber cumplido los 21 años de condena prácticamente seguidos. Según reconoció en la vista, en la noche de los hechos accedió al establecimiento con un cuchillo que había comprado en un bazar chino y cuando la dependienta se giró para enseñarle un artículo la agarró por detrás y le dio tres cuchilladas en el cuello. Después, la dejó desangrándose en el suelo e intentó limpiar la sangre para que no se viera desde el exterior. Volvió en taxi a El Campello, donde residía desde que fue excarcelado, y confesó los hechos a su padre, quien le animó a entregarse a la Policía. Viendo que Dolores no llegaba a casa, su marido fue a buscarla a la tienda, donde la halló sobre un charco de sangre.

Hoy está previsto que el jurado emita un veredicto de culpabilidad que permitirá condenar al acusado a un mínimo de 15 años.