Tras ocho días de silencio sobre el "escándalo Gürtel" y seis meses sin comparecer ante la prensa, el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, rompió ayer su silencio para intentar apagar el incendio de su partido en la Comunidad Valenciana tras la destitución del secretario Ricardo Costa y el creciente aislamiento del presidente Francisco Camps. Rajoy respaldó al jefe del Consell como máximo responsable del partido y candidato a la Generalitat en 2011, pero tuvo que hacer encaje de bolillos para intentar explicar por qué las razones esgrimidas para relevar a Costa no son de aplicación a Camps. El líder nacional de los populares argumentó que el nivel de exigencia a un secretario general es mayor y subrayó que Camps a él no le ha mentido y que no hay ningún elemento nuevo de imputación contra el jefe del Consell desde el archivo del caso de los trajes. Y mientras Rajoy intentaba restañar el deterioro del presidente de la Generalitat con el anuncio de un nuevo código interno de buenas prácticas, el presidente fundador del PP, Manuel Fraga, ponía bajo "sospecha" a Camps en contraposición a la alcaldesa de Valencia y el máximo responsable del PP en Alicante, José Joaquín Ripoll, tiraba por elevación y afirmaba que las responsabilidades por el caso Gürtel "no acaban en Costa". La herida sigue abierta.

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La onda expansiva del caso Gürtel en la Comunidad Valenciana -con un amago de motín del comité ejecutivo regional frente a Génova, la destitución de Costa y la estupefacción del partido en toda España- hicieron inaplazable la comparecencia de Rajoy. En medio de una gran expectación -y ante sus enviados al "frente de Valencia" De Cospedal y del ex conseller González Pons-, el líder del PP aseguró que Camps no le ha mentido en estos últimos días, pese a la guerra de comunicados contradictorios entre Valencia y Madrid, y que por ello mantiene en él "el mismo nivel de confianza" de siempre, razón por la que ratificó su intención de que siga al frente del PPCV y repita como candidato a la Generalitat en 2011. También recordó que la causa contra el jefe del Consell por los regalos de trajes por parte de la trama Gürtel está archivada y desde entonces no ha aparecido "ningún elemento nuevo" que lleve a la dirección nacional a plantearse la continuidad de Camps.

¿Y por qué las razones esgrimidas para destituir a Costa -compañías y conversaciones poco ejemplarizantes- no son de aplicación al presidente regional del PP, cuya relación con responsables de la trama evidenciaba el mismo grado de complicidad? Rajoy tuvo más difícil la respuesta y argumentó que quien ejerce el cargo de secretario general está obligado "a un plus de exigencia mayor que cualquier militante de base" en su comportamiento. A renglón seguido, resaltó que no tiene "ninguna duda" sobre "la honradez personal" de Costa, toda vez que ha trabajado siempre por "el bien" del partido.

El líder del PP explicó que fue Costa quien pidió la "suspensión de sus funciones" ante el Comité Ejecutivo regional del partido en Valencia el pasado martes y que lo mismo hizo un día después ante el grupo parlamentario en las Cortes. Sin embargo, en el gran enredo del martes y 13, la dirección regional negó que el ex secretario regional estuviera suspendido y fue Camps quien notificó el miércoles la destitución de Costa.

En la búsqueda de soluciones, y como quiera que la dirección nacional considera "poco ejemplarizante" la relación entre el PPCV y la trama liderada en Valencia por El Bigotes, el líder de los populares anunció que impulsará un "código de buenas prácticas" que mejore la transparencia de la gestión del partido. "No aceptaré conductas que puedan avergonzar a ningún militante o votante del partido", dijo a continuación, al tiempo que subrayó su fe en "la ejemplaridad de la vida pública". También criticó el "uso sectario y partidista" que, a su juicio, ha hecho el Gobierno de las instituciones del Estado para dar una "imagen distorsionada e irreal" del PP.

Cuando Rajoy compareció en una abarrotada sala de prensa de la calle de Génova para respaldar a Camps, el presidente fundador del PP, Manuel Fraga, ya había puesto bajo "sospecha" el presidente de la Generalitat. Preguntado en la Cope si la destitución de Costa bastaba para frenar elgolpe, dijo que esperaba que sí y optó por alabar la figura de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, de quien dijo que es "extraordinaria y está por encima de toda sospecha". "¿Diría lo mismo del presidente Camps", le repreguntaron. "No diría lo mismo", contestó Fraga, que volvió a deshacerse en elogios hacia Barberá, uno de los nombres barajados en el PP como recambio de Camps en el caso de que éste no acabara la legislatura. Casi a la misma hora, en Alicante, Ripoll subía el diapasón de sus críticas a la dirección regional por tercer día consecutivo. Interrogado sobre si las responsabilidades por el caso Gürtel acaban en Costa, aseguró: "Creo que no, pero esto es una opinión personal y no quiero entrar en confrontación con el resto de compañeros de partido". Al mismo tiempo contrapuso la actuación del PPCV frente la crisis a "la contundencia" de las destituciones de cargos públicos ordenados por Aguirre en Madrid.