Todo el mundo piensa que puede manejar un bar y en los tiempos que corren es una forma de, al menos, tener un trabajo", asegura el presidente de la Asociación Provincial de Hostelería de Alicante (APHA), José Francisco Izquierdo, para explicar la aparente contradicción entre el acusado descenso del consumo y el incremento del número de negocios relacionados con la restauración en la provincia durante el último año. El caso es que mientras se suceden los cierres de comercios, los expedientes de regulación de empleo en las fábricas y las quiebras de constructoras, el número de bares en funcionamiento se ha incrementado en 285 en los últimos doce meses; hay 54 nuevos restaurantes y 11 cafeterías más, según el registro de la Conselleria de Turismo.

El incremento es menor que el experimentado otros años (entre 2006 y 2008 se registraron 1.900 nuevos establecimientos) pero es de los pocos negocios que ha seguido en expansión incluso en lo más crudo de la crisis. "Es un sector refugio, una salida para los parados. Aprovechan los ahorros que tienen o las indemnizaciones de despido para montar un bar pensando que así tendrán unos ingresos", sostiene Izquierdo.

Del ladrillo a la tapa

No obstante, no todos los nuevos hosteleros proceden de las listas del INEM. Desde APHA también tienen constancia de que algunos empresarios del sector de la construcción están invirtiendo ahora en la hostelería ante la falta de actividad en la obra. Los márgenes de beneficios no son, desde luego, tan abultados pero servir comidas y bebidas tiene otras ventajas: "No hay deudas. Tú cobras al cliente cuando consume y no corres el riesgo de quedarte con grandes facturas sin pagar", explica el presidente de la Asociación.

Los bares también tienen una tendencia natural a la supervivencia. Parece que, como la energía, nunca se destruyen, sólo se transforman. "Más que cerrar, cuando el negocio va mal, los dueños suelen traspasarlo", asegura José Francisco Izquierdo. Así, es fácil ver que un establecimiento ha cambiado de nombre, que un bar de toda la vida se ha convertido en un restaurante de especialidades árabes o sudamericanas pero, si el local ya está acondicionado para elaborar alimentos, lo más normal es que se mantenga su uso.

Otra cosa es que el negocio funcione. Las últimas estimaciones realizadas por los propios empresarios indican que el gasto de los alicantinos en restauración ha caído una media del 15% en el último año y, en el segmento de los restaurantes de mayor categoría, el descenso supera el 20%.

En total, en estos momentos permanecen abiertos en toda la provincia de Alicante 22.496 locales de restauración. La mayoría, 16.171, se inscriben dentro de la definición de bar. Otros 5.363 son restaurantes que, juntos, suman un aforo de más de 348.000 comensales. De ellos, sólo hay un establecimiento que oficialmente puede colgar el cartel de "restaurante de lujo" en la puerta, según la catalogación de la Conselleria de Turismo, y otros seis el de "Primera categoría". Hay otros 27 de segunda y el resto son de tercera y cuarta categoría. Además, Turismo también tiene registrados 962 locales dentro de la clasificación de "cafeterías".