Suciedad, mosquitos, malos olores y desperdicios es con lo que conviven desde hace tres años los vecinos del barrio de Carolinas. La causa de este foco de infecciones se encuentra en un solar abandonado de la calle Jacinto Maltés en el que comenzaron a construir un edificio que poco después paralizaron. Desde entonces el agua y la basura se han ido acumulando en cuatro fosas hasta convertirse en auténticos caldos de cultivo para los mosquitos. La vivienda de Francisco Javier Misó es una de las más afectadas, ya que la azotea de su dúplex da a parar al solar. "Abres la ventana y hay muchos mosquitos, el otro día nos despertamos con ronchas en los pies, seguro que es de los mosquitos tigre", declara.

El problema no sólo es que desde su terraza se divise el color verde de estas improvisadas "piscinas" sino que además la gran grúa que servía a la construcción del futuro edificio permanece integrada en su balcón. "Es una puerta a un precipicio, porque al tirar la casa de al lado se fue detrás la barandilla y encima me han dejado la grúa aquí pegada", sostiene indignado Misó. Este vecino lleva más de dos años buscando una solución. Primero con la promotora y después con el Consistorio: "en lo que va de año he llamado ya un par de veces a la Policía y el anterior ya puse una queja en el Ayuntamiento que llegó a venir pero luego no hicieron nada".

La Concejalía de Sanidad admite que en noviembre de 2008 recibió un informe de la Policía. "Mandamos a la Mancomunidad, para la desinfección del lugar, que fue al sitio y comprobó que el origen del foco estaba en el solar". Aunque al tratarse de una propiedad privada "no pueden actuar". Por este motivo, "dirigimos el escrito a Urbanismo y les comunicamos que si no se instaba al titular de la licencia de obra para que taponara proseguiría el problema". Desde entonces, dicen, el área de Urbanismo "no ha contestado", mientras la situación se agrava. En esta Concejalía sostienen que lo normal es que Inusa limpie la zona con cargo al propietario. Sin embargo, ningún responsable se ha hecho cargo del asunto.

"Esto es un estercolero, aquí no viene nadie y conforme pase el verano pues peor será", comenta Luis Santos, vecino y trabajador en uno de los comercios del barrio. La misma protesta sale de los labios de otros residentes. A pie de calle, la escena es de una enorme excavación, unos cuatro metros hacia abajo, cuya única separación de los viandantes es una valla de metal.