La tensión contenida que se vivió durante el congreso provincial que el PP celebró ayer en el Teatro Circo de Orihuela estalló en el acto de clausura. Con el congreso decidido por un mínimo margen de cinco votos a favor de la candidatura de José Joaquín Ripoll, Manuel Pérez Fenoll, el alcalde de Benidorm y aspirante campista que a punto estuvo de romper con todos los pronósticos, decidió abandonar los focos de la primera fila. Felicitó al presidente de la Diputación y se marchó, de forma ostensible, por una de las salidas laterales junto a algunos de sus colaboradores como el diputado Sebastián Fernández, el senador Julio de España o el alcalde de La Nucía, Bernabé Cano.

Mientras algunos de los afines a Ripoll descargaban la tensión de las últimas semanas -en la imagen se aprecia a Macarena Montesinos llorando-, con semblante serio, Fenoll siguió los últimos minutos del cónclave en el pasillo central, a la altura de las últimas butacas de la platea. Castedo lo hizo discretamente desde un lateral del escenario. Coincidiendo con la marcha de Fenoll de la primera línea entró Francisco Camps a escena. Ni la martilleante sintonía del PP a todo volumen pudo evitar que se evidenciara una sonora pitada contra el jefe del Consell. No fue masiva. Cierto. Pero sí notable y aderezada de algunos gritos que le acusaban, promocionando la candidatura de Fenoll, de fomentar la ruptura del PP. Era la primera vez que Camps se enfrentaba a una derrota orgánica y que afrontaba una actitud hostil de ese calibre en un acto interno del partido. El principal foco de protesta venían de la zona en la que se encontraban la mayoría de compromisarios de la Vega Baja. Como se recordará, esta misma semana, el Consell anunció su plan de inversiones para el próximo año con la exclusión de Villena, Orihuela y Alcoy, con tres alcaldes partidarios de José Joaquín Ripoll, del reparto de fondos para 2009. Desde esos bancos también surgieron algunas voces contra Sonia Castedo, alcaldesa de Alicante, y competidora de Mónica Lorente, primera edil de Orihuela, por la secretaría provincial del Partido Popular.

Francisco Camps capeó el temporal como pudo y se sentó entre una fila de asientos en la que estaba el Consell casi en pleno con visible cara de circunstancias: desde Vicente Rambla a un Gerardo Camps que guardó las formas y no votó el sábado a Alfonso Rus -tenía derecho a hacerlo- pero sí ayer a pesar de que milita en Valencia. Con todo, sin embargo, uno de los momentos de mayor tensón del congreso lo protagonizó Miguel Peralta. En un durísimo discurso -él mismo advirtió que tenía una notable carga subjetiva-, el hasta ayer secretario provincial del PP reprochó directamente a Fenoll sus críticas sobre el funcionamiento del partido. "Nadie se ha quejado en 33 reuniones del comité ejecutivo", subrayó antes de defender el respeto que, a su juicio, la dirección de Ripoll con las agrupaciones locales. "Nosotros no hemos modificado listas a diferencia de lo ocurrido en otras instancias del PP", en un claro ataque tanto a la cúpula regional como a Génova.

Tras tildar al Consell de "mezquino" por utilizar el reparto de subvenciones y acusar a Valencia de generar una fractura "interesada", el diputado en el Congreso no sólo se conformó con defender la figura de Zaplana sino también la de Aznar, algo que, a día de hoy, genera auténtico pavor a Rajoy. "Quién puede entender que no se pueda hablar abiertamente de José María Aznar, de su labor y sus gobiernos y que se diga que si Eduardo Zaplana viene a la Comunidad Valenciana es que está tramando algo", se preguntó Peralta en la parte final de su intervención.