El castillo de San Fernando presenta fracturas verticales a lo largo del torreón o tambor, así como grietas y descalces en parte de la muralla, con el consiguiente peligro de derrumbes. Así lo revela el estudio geotécnico encargado por el Ayuntamiento a una empresa especializada. El informe propone una serie de actuaciones para eliminar los riesgos, que pasan por el recalce de los tramos de muralla en mal estado para estabilizarla, la reconstrucción del muro que protege el talud y la eliminación parcial de los rellenos del torreón y su sustitución por otros impermeabilizados.

Las apariencias no auguraban nada bueno, especialmente por la ostentosa fractura que de arriba abajo secciona el torreón del segundo castillo de la ciudad, y que ha sido la razón principal por la que el concejal de Atención Urbana, Andrés Llorens, ha encargado un estudio para diagnosticar el estado de seguridad de la fortaleza.

Los resultados del informe al que ha tenido acceso este diario han deparado, como se temía, unos resultados preocupantes, al revelar deficiencias en la propia estructura y construcción del castillo de San Fernando, que son los que, con el trascurso del tiempo, han provocado los principales males de la fortaleza y los que causan los riesgos de derrumbes existentes.

El estudio ha sido efectuado por el Instituto Técnico de la Construcción (ITC) mediante la realización de sondeos mecánicos y la inspección del conjunto del baluarte. De los trabajos efectuados el informe señala que se han detectado, fundamentalmente, dos tipos de daños. Por un lado, las fracturas verticales que se extienden a lo largo del torreón y por otro "una serie de grietas y descalces localizados en parte de la muralla". Las causas de estos daños, según el estudio, se deben a las características geológicas de los materiales utilizados, los "condicionantes geoestructurales y las propias características de la fortaleza y su modelo de construcción".

Con respecto a las características de la fortaleza, en el informe se advierte de que "existen pruebas bibliográficas desde su construcción que evidencian deficiencias en la obra y que en la actualidad se hacen más acusadas en la parte del tambor del castillo".

Las deficiencias en la construcción del castillo de San Fernando se extienden también, según ITC, a la muralla, "que fue construida a partir de un muro de gravedad apoyado en la roca del relieve original, adaptando su forma a la pendiente original de la ladera", subrayando a continuación el informe que "no existen evidencias de cimentación alguna, ni de ningún tipo de empotramiento en las rocas de la muralla, lo que indica un condicionante negativo ante empujes horizontales provocados por los rellenos del tambor".

Es más, ITC añade que "es probable que parte de la muralla, y en concreto la que presenta mayores daños, se encuentre apoyada en materiales poco resistentes".

Las referencias a los reparos en la construcción del castillo no acaban aquí, ya que el informe señala que las piezas de mampostería con las que se construyó la muralla "no se encuentran cosidas entre sí", y además no se ha observado la presencia de huecos o desagües en la muralla para evacuar las aguas de lluvia, lo que provocaría que toda el agua infiltrada acabe alcanzando la base rocosa sobre la que se asienta el castillo, añade el informe.

Otra de las causas que ha contribuido al deterioro de la zona del torreón son los taludes que rodean el perímetro de la fortaleza y que en el tambor presentan su máxima pendiente. Este talud y la acción del agua de lluvia ha llegado a socavar el terreno hasta producir zanjas de gran profundidad. Se da la circunstancia de que una de estas zanjas arranca como prolongación de la fractura existente en el torreón y se prolonga hasta el camino que rodea al mismo. En el informe también se alude a la existencia de fallas en estos terrenos, según estudios geológicos recientes, por lo que sería "probable que una de estas fallas sea el condicionante que ha provocado la aparición de la acentuada zanja", por la que discurre el agua de lluvia.

Finalmente, el estudio de ITC destaca "los esfuerzos y empujes" a los que se ve sometido el muro del tambor, fundamentalmente por la propia forma de la construcción, y que provoca tensiones en el mismo, que según el informe tienen un sentido horizontal, lo que significa un mayor riesgo al presionar sobre las paredes del torreón.

A la hora de proponer las soluciones para reparar los daños y eliminar los riesgos de desprendimientos, que podrían afectar a las viviendas del entorno, ITC subraya las limitaciones por el carácter monumental del castillo de San Fernando y la protección a la que está sometido. Es por ello que las intervenciones que propone van dirigidas a reducir tanto la presión a la que está sometida la muralla del torreón como la inestabilidad del conjunto de la fortaleza.

Con respecto al tambor, la propuesta consiste en la eliminación de al menos dos metros de rellenos del mismo y su sustitución por otros materiales debidamente impermeabilizados, así como la instalación de una serie de huecos que drenen hacia el exterior el agua acumulada procedente de la lluvia.

Otra actuación importante se centra en el recalce de la muralla de la fortaleza, previo saneamiento de la misma, con un material adecuado que consiga "estabilizar y frenar el movimiento de la atalaya". El informe también plantea reconstruir el muro que actualmente fija el talud, al considerarse que no soportaría lluvias de cierta intensidad. Eso sí, el nuevo muro se propone que sea de escollera y deberá apoyarse en roca sana. Igualmente deberá repararse el camino que rodea el torreón.

El informe advierte que un factor que condiciona la estabilidad de la muralla y la aparición de fracturas en la misma es la continua erosión de los taludes situados a los pies del torreón, de ahí que se proponga una adecuada reforestación del conjunto con árboles y plantas autóctonas.

Otras obras propuestas se refieren a la instalación de desagües para evitar al máximo la entrada de agua de lluvia en el torreón, asi como el sellado de las fracturas en la muralla del mismo con mortero de la misma tipología y color que el material original.

Una fortaleza de casi dos siglos

El castillo de San Fernando tiene una antiguedad de casi dos siglos, ya que fue construido en 1813, según la referencia histórica que se recoge en el estudio geotécnico. El objetivo de su edificación fue reforzar las defensas de la ciudad y ser utilizado como prisión durante la ocupación francesa, añade el estudio. El trazado de la fortaleza es irregular ya que se hizo adaptándolo a la topografía del "tossal", sobre el que se asienta. De toda su estructura destaca, especialmente, "el baluarte poligonal geométrico, situado en su frente septentrional, así como otro en forma troncocónica en el extremo suroeste", unidos por murallas de trazado quebrado. El tambor o torreón tiene una altura de 20,5 metros. La superficie superior del torreón está pavimentada, se han plantado árboles y se ha rehabilitado como mirador.