Pomares lleva el ferrocarril en la sangre. No en vano, su bisabuelo ya fue inspector del Estado de Ferrocarriles y su abuelo secretario director del tren Alcoy-Gandia, línea en la que también trabajó su padre. Como no podía ser de otra forma, él también acabó en esta línea, ejerciendo como factor en Gandia, Cocentaina, Beniarrés y Muro, y después como jefe de estación en Alcoy y L’Orxa

¿Cómo era su trabajo al frente de las estaciones?

Era un cargo de mucha responsabilidad, y más en aquella época. Por poner algunos ejemplos, jefes que me antecedieron tuvieron que pagar con prisión y suspensión de empleo accidentes como el de una pareja que murió tras ser aplastada por el tren en Alcoy cuando mantenían relaciones junto al muelle, o el de un niño que desgraciadamente también falleció al caerle una bala de papel que estaban cargando en un vagón.

¿A usted también le ocurrió algún percance?

No de este nivel, ni mucho menos. Recuerdo que una vez que cayó una nevada enorme se me ocurrió comprarles coñac a los componentes de una brigada que despejaban las vías para que entraran en calor y pudiesen continuar, y eso me costó un mes de empleo y sueldo.

¿Qué importancia tuvo el tren para las comarcas por las que circulaba?

Muchísima. Alcoy creció por el tren gracias a las 300 toneladas de carbón que se transportaban en cada viaje, y la playa de Gandia, como decimos por aquí, la hicieron los alcoyanos, porque antes no había nada aparte del puerto. Recuerdo que los domingos y festivos se fletaban trenes especiales en los que más de 5oo viajeros se desplazaban a la costa. Y también a la inversa, cuando el Alcoyano jugaba en primera división contra el Valencia era un montón de gente la que subía a Alcoy.

¿Cuánto personal llegó a trabajar en la línea ferroviaria?

Casi 200 personas. Hay que tener en cuenta que aparte de los maquinistas, mecánicos y empleados de las estaciones, había brigadas que se encargaban de limpiar las vías antes de cada viaje, sobre todo en el tramo entre L’Orxa y Villalonga, que si bien es el más bonito, también era el más conflictivo por los desprendimientos de piedras.

¿La línea podría haber continuado funcionando?

Si se hubiesen cambiado las máquinas de carbón por las de combustible sí, pero no de esta forma. Franco apostó en aquel momento por la carretera y suprimió 38.000 empleos en el ferrocarril.