La Adoración volvió a marcar el momento más brillante de la Cabalgata de Alcoy. Una plaza de España repleta hasta los topes de público fue el excepcional marco en el que Melchor, Gaspar y Baltasar entregaron sus ofrendas en el portal viviente, mientras un castillo de fuegos artificiales iluminaba la noche alcoyana y los inconfundibles acordes del Aleluya de Haendel sobrecogían a los presentes. Un alto en el camino para continuar recorriendo las calles llevando la felicidad a niños y mayores.