Melchor, Gaspar y Baltasar acudieron ayer puntuales a su cita con la Cabalgata más antigua de España, en Alcoy, y lo hicieron acompañados por un séquito de cerca de 3.000 personas. Los Reyes Magos, montados a camello, se adentraron por unas calles totalmente abarrotadas de un público entregado, en el que los niños eran los principales protagonistas. Una noche mágica y repleta de sueños cumplidos que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad.

Alcoy vivió ayer la 133 Cabalgata de Reyes Magos, y lo hizo con ilusiones renovadas, aunque conservando el formato tradicional que le ha valido la distinción de Fiesta de Interés Turístico Nacional y la declaración como Bien de Interés Cultural.

Melchor, Gaspar y Baltasar iniciaron su recorrido por la ciudad a las seis de la tarde desde lo más alto del Camí, una hora en la que apenas cabía ya una aguja en las calles por las que iba a discurrir el desfile. Sus Majestades iban acompañados en esta ocasión por el Club Deportivo Pista, que celebra el 75 aniversario de su fundación, la Unión Alcoyana, veterana empresa de seguros con 140 años de historia a sus espaldas, y la Filà Andaluces.

La comitiva estaba encabezada por el Embajador Real, que el día anterior había anunciado a los cuatro vientos la llegada de los Monarcas de Oriente, acompañado por el grupo de danzas Carrascal, el pueblo y la banda del Serpis. A continuación, el grupo de danzas Sant Jordi, en lo que se configuró como un inicio de la Cabalgata repleto de tintes navideños.

Un atractivo preámbulo para lo más esperado de la noche: los Reyes Magos. El primero en entrar en escena, como es tradicional, fue Melchor, con el acompañamiento de la Unión Musical de Alcoy. Los aplausos eran ensordecedores y el enviado de Oriente apenas daba abasto para besar a todos los niños que se acercaban a su montura.

Le seguía en su recorrido Baltasar, también en lo alto de un hermoso dromedario, y en este caso bajo los acordes interpretados por la Primitiva. Una magnífica estampa para dar paso al último de los Reyes, Gaspar, que cerraba la comitiva igualmente a bordo de un camello y con la Societat Musical Nova, que ha estado celebrando su 175 aniversario.

Y todo ello mientras los pajes, los otros grandes protagonistas de la noche tras la polémica suscitada en las redes sociales, repartían regalos e ilusión a diestro y siniestro. Equipados con sus larguísimas escaleras, trepaban a los balcones de las casas cargados con enormes paquetes, llevando la alegría a todos los que allí estaban, principalmente niños.

Mención especial merece la enramada diseñada expresamente para el «Nadal Alcoià», que se estrenaba en las calles Sani Nicolás y San Lorenzo, y que otorgó mayor luminosidad y belleza a una noche mágica, a un hermoso sueño de una noche de invierno del que nadie quería despertar.