No hay manera. Ya son tres los años en que las setas le están dando la espalda a la provincia de Alicante. La sequía y los repetitivos vientos de poniente se han encargado de que los aficionados se vean forzados a emigrar a otros lares para probar suerte. La única esperanza está depositada en las lluvias caídas esta última semana, que podrían arrojar sus frutos en el plazo aproximado de 30 días siempre y cuando las condiciones fuesen favorables.
Fue este pasado invierno cuando, después de mucho tiempo, la provincia volvía a registrar precipitaciones abundantes. Pero desde ese momento hasta ahora, las lluvias han sido más bien escasas, por no decir prácticamente inexistentes, lo que para las setas ha vuelto a ser totalmente pernicioso.
Y es que con este ya son tres los años en que los deliciosos rovellones apenas se dejan ver, debido a una serie de factores que han jugado en contra. A la persistente sequía se le han unido esta campaña los repetitivos vientos de poniente, que secan el terreno e impiden que los hongos progresen. Además, los pocos que logran asomar son víctimas de los gusanos, por lo que no son aprovechables.
Con estas condiciones, los aficionados no tienen otro remedio que marchar a otras zonas como los montes de Teruel o Cuenca para intentar recolectar algunos ejemplares, cosa que este año también está resultando complicada, habida cuenta que las condiciones meteorológicas no han acompañado demasiado por esas zonas.
La esperanza, que es lo último que se pierde, está depositada en las lluvias registradas esta pasada semana, aunque siempre y cuando se cumplan diversos factores como que no haya más vientos de poniente, que las temperatuiras sean bajas por las noches y, si puede ser, que vuelva a llover un poco.
Pese a la escasez de setas, la Conselleria de Medio Ambiente ha puesto en marcha el dispositivo habitual de vigilancia para evitar destrozos en el monyte. El control volverá a ser mas exhaustivo en los parques naturales de la Font Roja y la Sierra de Mariola.
