Faltan todavía seis meses, sí, pero cuando en Alcoy llega el Mig Any, las Fiestas de Moros y Cristianos de abril ya parece que se pueden tocar con la punta de los dedos. Y la prueba más evidente fue ayer el parque de la Glorieta, donde miles de personas se dieron cita para disfrutar del extraordinario ambiente del tradicional Concurso de Olleta. Gastronomía y Fiesta cogidas de la mano, antes del brillante colofón que supusieron una vez más los desfiles nocturnos de las Entraetes.

Alcoy lleva inmerso todo el mes de octubre en el apretado programa del Mig Any. Todo comenzó con el Campeonato de Cotos, antes de que llegaran el festival de teatro festero, la exposición del concurso fotográfico y la siempre emotiva visita al Sanatorio de Fontilles.

En cualquier caso, los actos centrales empezaron a vivirse el pasado viernes, con las presentaciones de los capitanes y alféreces y el Sant Jordiet, un extraordinario preámbulo para la jornada central de ayer sábado, en que el Concurso de Olleta acaparó todas las miradas.

Y nunca mejor dicho, porque un año más el parque de la Glorieta fue visitado por miles de personas, atraídas por el reclamo del tradicional Concurso de Olleta, en el que tomaron parte las 28 filaes.

El céntrico jardín fue todo el día un trasiego de gente, y ello a pesar de que en esta ocasión, por motivos de seguridad, sólo pudieron montar sus mesas para comer las filaes de cargo, lo que descongestionó los paseos centrales.

En una jornada espléndida de sol y elevadas temperaturas, el ambiente de fiesta estuvo presente desde primera hora de la mañana, primero con el montaje de los distintos puestos de las filaes, y ya después con la llegada del público. Poco a poco la cosa fue entrando en calor con la música interpretada por las charangas, y también con la perfecta simbiosis entre festeros y visitantes. El templete de la Glorieta se convirtió, asimismo, en un improvisado colegio electoral, en el que los asistentes pudieron emitir sus votos para los premios Samarita.

La animación fue creciendo con la llegada de la tarde, momento en que las filaes empezaron a preparar sus respectivas olletas para la competición. Alubias, pencas, costillas de cerdo, asadura, morcillas... y después cada cual su ingrediente secreto,siempre con la intención de conquistar los paladares del siempre exigente jurado. A la hora de la degustación, las ocho de la tarde, apenas cabía un alfiler en el parque, que rezumaba ambiente festero por los cuatro costados.

La conclusión del concurso gastronómico no supuso el final de la fiesta, puesto que todavía restaba uno de los momentos más esperados del Mig Any. Las tradicionales Entraetes volvieron a recorrer las calles del centro de la ciudad hasta altas horas de la madrugada, unas filaes por la calle San Nicolás y otras por la avenida País Valencià, con confluencia en la plaza de España. Unos desfiles nocturnos que una vez más contaron con una masiva asistencia de espectadores, que tras la jornada de ayer ya esperan ansiosos la llegada de los Moros y Cristianos. Medio año no es nada.