La apertura de los dos nuevos puentes de Alcoy ha permitido mejorar las conexiones viarias de los barrios del Viaducto, la Zona Norte, Santa Rosa y Batoy, después de una inversión conjunta que ha alcanzado los 12 millones de euros. La inauguración, sin embargo, no estuvo a la altura de la importancia de estas infraestructuras, merced a la crispación generada por las protestas ciudadanas que acompañan a Fabra por donde quiera que va y al fortísimo dispositivo policial. Todo esto provocó dos actos surrealistas.

Los dos nuevos puentes de Alcoy ya son una realidad. Con una inversión de 10,2 millones de euros, la nueva conexión entre el Viaducto y la Zona Norte representa una evidente mejora de las comunicaciones tanto entre estos dos barrios como con el centro de la ciudad, al tiempo que supone también un beneficio para los vecinos del conjunto de la comarca, sobre la base que podrán acceder al Hospital con mayor celeridad.

Por otro lado, la apertura de este puente también ha permitido completar la remodelación del servicio urbano de autobuses de Alcoy, y más en concreto de la línea 4, que es la que utiliza desde ayer la nueva infraestructura.

En lo que respecta al puente entre Santa Rosa y Batoy, cuyo coste ha ascendido a 1,8 millones, contribuirá a reducir el aislamiento de esta última barriada, que hasta la fecha sólo disponía de una conexión viaria con el resto del casco urbano de la ciudad.

Dejando de lado el diseño que, en el caso del puente Viaducto-Zona Norte, no ha llegado a convencer por su sinuosidad y pronunciada pendiente, no cabe duda de que la apertura de estas dos nuevas infraestructuras suponen una evidente mejora para el tráfico rodado y peatonal.

Obsesionado por su seguridad, Fabra llegó al puente Batoy-Santa Rosa acompañado por cuatro furgones de la Policía Autonómica, cuyos ocupantes se desplegaron para evitar que un grupo de manifestantes de apenas medio centenar de personas se acercara lo más mínimo al jefe del Consell.

La calle de acceso al puente estaba vallada e impedía el acceso a los vecinos. Sólo las autoridades, la inmensa mayoría del PP, y los periodistas, pudieron llegar hasta la pasarela. A la vista de todo ello, los integrantes de la protesta se desplazaron por unos bancales hasta donde les permitió el impresionante despliegue policial, y desde allí se dedicaron lanzar consignas contra Fabra y sus acompañantes.

Cabe reseñar que junto al presidente del Consell se encontraba la consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, la presidenta de la Diputación, Luisa Pastor, y numerosos diputados, alcaldes y concejales del PP. También estaba el alcalde de Alcoy, Antonio Francés, con parte de su gobierno.

Algo similar ocurrió después en el puente Viaducto-Zona Norte. La inauguración estaba previsto que arrancara en el paseo del Viaducto, pero con el objetivo de evitar problemas, el acto se celebró justo en la mitad de la pasarela, alejado de las protestas. Tres furgones policiales irrumpieron también en escena cuando algunos manifestantes se acercaron por la ladera del Viaducto, aunque no se registró incidente alguno.

El gobierno municipal emitía un comunicado en el que criticaba las «excesivas» medidas de seguridad, así como la «opacidad informativa» de la presidencia de la Generalitat, lo cual, añadía, «ha convertido unos actos de naturaleza pública y de celebración en una reunión cerrada y represiva hacia la ciudadanía». El ejecutivo local también destacaba el discurso del alcalde, «defendiendo a los que se manifestaban».

Por su parte, el PP de Alcoy acusaba al bipartito de «oportunista» y «desleal», por aprovechar las medidas de seguridad «para criticar a la Generalitat». El portavoz, Fernando Pastor, decía que la «Generalitat ha invertido más de 10 millones en Alcoy y la manera que el alcalde tiene de agradecérselo es poniéndose al lado de quienes estaban lanzando insultos y faltando al respeto». La parlamentaria popular en las Cortes, Trini Miró, acusaba a la izquierda de fracasar en «su intento de boicot a infraestructuras esenciales para Alcoy y su comarca».