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Alcoy

La ciudad de los trabajadores

Un libro, escrito por Jorge Doménech, expone cómo evolucionó la vivienda obrera entre los siglos XIX y XX y quiénes fueron los impulsores del cambio

La aviación italiana bombardeando el casco histórico y tercer ensanche en 1938. amusr massimiliano barlattani

En el Ensanche, el barrio de Santa Rosa o la zona de Els Clots se pueden observar muchos edificios con tintes históricos y obreros. Estas áreas de Alcoy todavía guardan aquella marca arquitectónica de una época en la que la ciudad tuvo que expandirse, entre otras cuestiones, para edificar aquellas viviendas en las que acoger a los trabajadores locales y aquellos que venían a la capital de l'Alcoià en busca de una oportunidad de empleo. Cómo surgió y cómo se desarrolló aquel plan de urbanización, así como ilustrar el crecimiento urbano y las características de los pisos en los que residían los obreros son el eje central del libro «Urbanismo y vivienda obrera en Alcoy. Siglos XIX y XX» escrito por Jorge Doménech Romá, profesor de Geometría Descriptiva en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alicante, y editado por la UA.

Alcoy, en 1846, tenía un censo de 22.500 habitantes. Muchos de ellos no eran alcoyanos de nacimiento, sino vecinos de localidades de la comarca que, un día, tuvieron que trasladarse a la capital de l'Alcoià por motivos de trabajo en el sector, principalmente, industrial. En aquella época, «se produjo un crecimiento de la población pero las viviendas eran las mismas», una situación «caótica» ya que esa clase obrera se tuvo que «acomodar en subterráneos y plantas bajas», según explica Doménech. Este contexto conllevaba a que vivían en espacios muy reducidos -situados en el centro de la ciudad- y las condiciones de salubridad no eran las más adecuadas.

En 1865, según cuenta el profesor, se construyeron las primeras casas obreras en el carrer La Sardina. Este, puede llamarse, fue el preámbulo a la «expansión» que ideó el ingeniero Enrique Vilaplana y el profesor Teodoro Balaciart en 1875. Fue el Proyecto de Ensanche y Rectificación de la Ciudad de Alcoy, aprobado en 1878, que trazó cómo debería ser la urbanización de la zona entre la actual Alameda en dirección hacia la Sierra de Mariola y estaba inspirado en el plan del Eixample de Barcelona. Ambos expertos, marcaron un crecimiento de la ciudad en 65 hectáreas divida en tres zonas: la primera consistía en consolidar el área del Barranc de Na Lloba, el Parterre y detrás de la calle San Nicolás; la segunda se centró entre la calle Oliver, Barranquet de Soler y Romeral (que actualmente es el barrio de Santa Rosa) y la tercera comprendía entre el mencionado barranco y el de Benissaidó, las faldas de Sant Cristòfol y el río Riquer, como indica Doménech.

La estructura de calles ideada por Vilaplana «fue rectangular» - a diferencia del plan urbanístico de la ciudad condal- con el objetivo de adaptarse «a las pendientes del terreno». Una idea que, entre otras cuestiones y como apunta el profesor, provocó «un ahorro de la urbanización». Así, se fue ampliando urbanísticamente la ciudad y, en estos emplazamientos, se fueron creando los nuevos alojamientos para los obreros.

Dómenech da detalles en su publicación de cómo eran estas viviendas así como las que ya se construyeron en la primera mitad del siglo XX, como puede ser el caso de las casas de l'Horta Major, las viviendas rojas de la calle Pintor Cabrera, las viviendas obreras de San Mauro o las que se construyeron en Els Clots.

Las páginas del libro, que se presentará próximamente, también guardan interesante información gráfica. Y es que hay una recopilación de 22 representaciones -entre mapas cartográficos, planos topográficos y fotografías aéreas- que ilustran el cambio urbanístico de Alcoy desde 1812 hasta 2005.

Una ciudad que fue pionera en la construcción de la Colonia Agrícola de Els Plans, en 1907, ya que fue la primera que se creó en España, como apunta Doménech en la publicación. En ella, está ese dato curioso que destaca el investigador, pero durante la lectura de libro también se da a conocer otro aspecto importante en la denominada colonia de verano de la Font Roja, un lugar más conocido como «els xalets de la Font Roja». Esta edificación es del arquitecto Vicente Pascual y, en la actualidad, se conservan muy pocas de estas casas que fueron testigo del tiempo de descanso de la clase trabajadora.

Doménech cita que Pascual proyectó la construcción de unos gallineros en los patios de las casitas a petición del doctor Domingo Espinós. El experto, que en aquel momento era edil y avanzó el coste de las obras, conocía que los trabajadores se alimentaban de «verduras y salazones» y padecían enfermedades por falta de consumo de carne y pescado. Así que quiso facilitar que la gente obrera pudiese criar conejos y gallinas.

Estas son unas pinceladas de una historia ligada al urbanismo y a la evolución de la vivienda obrera que se ilustra en el volumen firmado por Doménech.

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