Melchor, Gaspar y Baltasar acudieron anoche puntuales a su cita con la Cabalgata más antigua de España. Como sucede desde hace 132 años, los Reyes Magos atravesaron las calles de Alcoy ante las miles de personas que abarrotaban el recorrido pese al frío reinante. A lomos de tres imponentes camellos, los monarcas de Oriente apenas dieron abasto para besar a los cientos de niños que se les acercaban, en una de las estampas más características de la celebración alcoyana. El acto de la Adoración en la plaza de España, como es habitual, volvió a ser el momento más espectacular.

Alcoy arrancó la Trilogía de su Fiesta de Reyes Magos el segundo día de Navidad con el tradicional desfile de Les Pastoretes, un sencillo pero a la vez entrañable acto en el que el protagonismo, como sucede en el conjunto de actividades, recae en los niños. La ceremonia de la ilusión continuó este pasado miércoles por la noche con el Embajador Real, quien a bordo de una carroza renovada proclamó a los cuatro vientos la llegada de los enviados de Oriente, mientras todo el mundo depositaba en los buzones que portaban las burritas las cartas con sus deseos.

Un hermoso preámbulo que tuvo su colofón en la jornada de ayer, primero con la multitudinaria visita al Campamento Real instalado en el Preventorio, en pleno parque natural de la Sierra de Mariola, y después con la tan esperada llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar.

La suya fue una Cabalgata que mantuvo inalterable su estructura tradicional, y en la que los Reyes Magos estuvieron acompañados por un séquito de 1.500 personas.

El desfile arrancó a las seis de la tarde en lo más alto de El Camí, para a continuación adentrarse por las calles del centro de Alcoy cubriendo el recorrido de costumbre. Encabezaba la comitiva el grupo de danzas Carrascal con el acompañamiento musical de La Cordeta, seguido del grupo Sant Jordi, interpretando también coreografías típicas navideñas. A continuación, el Embajador Real con su carroza y la Agrupación Musical Serpis interpretando «Alcoi, cinc de gener», de José María Valls Satorre.

Un excelente aperitivo para la aparición en escena del primero de los monarcas, en este caso Melchor, con la Corporación Musical Primitiva interpretando «L'Entrà dels Reis», de Camilo Pérez Monllor. Le seguía Baltasar, con la Nova tras sus pasos y a los acordes de «Cavalcada dels Reis Mags a Alcoi», de José María Valls. Cerraba, como es habitual, Gaspar, con la Unió Musical haciendo sonar «Nit Màgica», de Alfons Yepes Santamaría. Los Reyes contaban este año con el acompañamiento de la Peña Pro-Fontilles, la Filà Llana y la Escudería Pistón.

El avance de la Cabalgata estuvo caracterizado por la presencia de un público multitudinario, que llenaba por completo todas las calles del recorrido pese a que la temperatura fue bajando conforme avanzaba la noche, hasta quedar situada alrededor de los cinco grados.

Estampas

Pero nada podía impedir que la gente estuviera con los Reyes, quienes a lomos de tres imponentes camellos, apenas daban abasto para besar a todos los niños que se les acercaban en brazos de sus padres, en lo que sin duda es una de las estampas más características del desfile alcoyano.

Igual de característica que la imagen de los pajes, nada menos que 379, que se encargaban de repartir los regalos por los balcones con la ayuda de sus largas y vertiginosas escaleras. En esta ocasión fueron alrededor de un millar los que se entregaron a lo largo de todo el recorrido, una cifra ligeramente superior a la alcanzada el año pasado.

Un desfile repleto de ilusión que, como es habitual, alcanzó su punto álgido con el acto de la Adoración en la plaza de España. El público, sabedor de ello, ya llenaba las aceras de la «bandeja» horas antes de que arrancara la Cabalgata, con la finalidad de no perder detalle.

Tras una espera un poco más larga de lo esperado, que provocó algún tímido silbido, Melchor, Gaspar y Baltasar avanzaron por la «Bandeja» a pie hasta el portal viviente situado junto a la iglesia de Santa María, a los sones del «Aleluya» de Haendel y mientras un castillo de fuegos artificiales iluminaba la noche más mágica de Alcoy. Un espléndido colofón a una jornada inolvidable que llevó la ilusión a todos los rincones de la ciudad.