Una ciudad con 60.000 habitantes de los que 2.700 son estudiantes universitarios o de los ciclos superiores de l'Escola d'Art, supone una proporción muy importante y, evidentemente, ha alterado su fisonomía. Poco tiene que ver el centro de Alcoy clásico, con las fábricas textiles de Ferrándiz y Carbonell y Papeleras Reunidas en pleno funcionamiento, con la fisonomía actual, con el Campus universitario y la Escola d'Art distantes apenas unos cientos de metros uno de la otra.

Además, el cambio afecta al conjunto urbano aún más si cabe porque la inmensa mayoría de estos estudiantes son foráneos, unos 1.500 en el caso de la Politécnica y unos 500 en el del centro artístico, en el que la cifra local no supera los 200. «Tenemos demanda de toda España», señalaba recientemente su director, Eduard Corbí.

Esto ha provocado una modificación en los servicios. Los alumnos de áreas vecinas fletan turismos y van y vuelven cada día, lo mismo que los estudiantes locales de la Universidad de Alicante, pero son muchísimos los que deciden permanecer y aprovechan una ciudad/Campus en la que las distancias no son muy lejanas y los precios razonables -en proporción con las grandes ciudades- sobre todo a la hora de encontrar y alquilar viviendas.

Sin embargo, absorber este nivel de demanda genera dificultades. Los estudiantes que antes optaban por un colegio mayor, ahora se adaptan mejor a la convivencia en viviendas, lo que ha disparado los alquileres, hasta el punto que la oferta está en vías de agotamiento. De ahí el interés de algunas empresas por el colegio mayor, cuya rentabilidad puede ser más interesante ahora.