La calidad del agua potable de Alcoy, afectada desde 1999 de una hipercloración como consecuencia de la prevención de la legionela, puede mejorar a corto plazo después de que Salud Pública haya aceptado «suavizar las medidas, tras varios años de normalidad» en lo que al impacto de la bacteria se refiere, según ha explicado el alcalde Antonio Francés. Esta semana, el alcalde y el concejal de Medio Ambiente Jordi Martínez se reunían con la subdirectora Herme Vanaclocha, anunciándose para mediados de mes la disponibilidad de un protocolo con las condiciones para la «suavización».

En el caso del agua potable, se plantea una reducción de la cloración, que de entrada cuenta con el visto bueno de Sanidad, que bajaría del nivel de 1,2 actual a 0,8. «Esto quiere decir que en algunos puntos de la red sería de 0,8 y en otros llegaría a 1, dependiendo de las zonas», señaló Martínez. Hay que significar que en las etapas más duras de la legionela llegó a situarse en 1,6, provocando problemas de «corrosión» en la red que siempre se negaron desde las instancias oficiales.

En segundo lugar, Sanidad ha mostrado su disposición a facilitar el baldeo de calles y la limpieza viaria, que ahora tiene que efectuarse de manera casi manual, lo que supone un problema en épocas como la presente, con la caída de la hoja, apunta el edil Martínez. Por último, se facilitará la reapertura de las fuentes y surtidores públicos, sin necesidad de una prevención que había hecho hasta ahora insostenibles las medidas necesarias para su consumación.

«Estamos hablando de lo que es el apartado público de las medidas, porque el particular, el de las empresas, seguirá siendo el que fija el protocolo de la Comunidad Valenciana, con las inspecciones y controles habituales», precisó el alcalde.

Este procedimiento se ha gestado durante el último mes, a raíz de una entrevista en Valencia del alcalde y el edil con la directora general de Salud Pública Ana María García, a la que se trasladó que la situación de Alcoy es «normal» desde hace años con respecto a la legionela y se le planteó que se estudiase una suavización del duro protocolo actual. Esta semana se han perfilado los detalles con la subdirectora y a mediados de mes se espera que pueda conocerse el detalle preciso.

De esta forma, se empieza a normalizar una situación de verdadera excepción en la ciudad, que sufrió más de 300 casos y más de quince brotes, de los que el más virulento fue el segundo, en otoño de 2000, con 95 afectados y 6 víctimas, aunque oficialmente sólo se admitió una.