La XI Jornadas Micológicas de Ibi se celebrarán hasta el 20 de noviembre de la mano de la Universidad de Alicante (UA) y con el objetivo de dar a conocer los diferentes tipos de setas y hongos "para no cometer errores que pueden acabar en malas experiencias o en muerte". Según ha informado la institución académica, la cita llega como "cada otoño" ya que "con el descenso de las temperaturas y las primeras lluvias, la afición por el mundo de la micología acerca a multitud de aficionados a la naturaleza". Por ello, "es importante aprender a identificar los diferentes tipos" que existen en las montañas alicantinas.

El especialista técnico del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la UA y autor del libro 'Setas del País Valenciano', Antonio Belda, ha recalcado que las más comunes son el rovellón (Lactarius sanguiflus), seta de chopo (Agrocybe aegerita), seta de cardo (Pleurotus eryngii), llenega negra (Higrophorus latitabundus), champiñón silvestre (Agaricus campestris), fredolics (Tricholoma terreum) y lengua de vaca (Hydnum repandum). Así, ha alertado de que antes de salir a la montaña es muy importante tener un buen conocimiento de qué setas son comestibles y qué setas no. "Existe una regla máxima para evitar intoxicaciones y consecuencias más graves: si dudamos, lo mejor es desecharla. "Efectivamente no hay que coger ejemplares que no conozcamos pues, además de ser un riesgo para la salud, muchas especies juegan un papel fundamental en el reciclaje de nutrientes, contribuyendo a la descomposición de la materia orgánica", ha indicado Belda.

"Para saber si una seta es comestible hay que aclarar que no existe ninguna norma, nos lo dice la experiencia tras años de estudio o reconocimiento en campo. En caso de duda, hay que consultar siempre a expertos antes de consumirlas aunque, lamentablemente, todos los años hay casos de intoxicaciones por consumo inadecuado de setas", ha seguido. Además de ropa y calzado cómodo, para la recolección de setas son necesarios dos elementos básicos: una cesta de mimbre y una navaja o cuchillo; transportar los hongos en bolsa de plástico impide su transpiración y acaban estropeándose. Por el contrario, una cesta de mimbre mantiene en perfectas condiciones los ejemplares y permite que vayan cayendo las esporas a medida que avanzamos en la recogida.