El Archivo Municipal de Alcoy conserva, por voluntad testamentaria del poeta Joan Valls, toda su correspondencia mantenida a lo largo de casi cincuenta años con numerosos poetas, lingüistas y activistas de la cultura valenciana.

Las primeras cartas, sin embargo, las dirigió a su familia mientras estaba recluido en un campo de concentración tras la guerra civil. Valls tuvo ánimo suficiente para dejar escrita esta experiencia en unas cartas que pasaba a escondidas a sus padres y hermanos. Su valor es fundamental para descubrir la situación de los primeros represaliados por el régimen franquista. Según narra Adrián Miró en su biografía del poeta, un día los guardias despertaron a los prisioneros de madrugada para hacerles formar, sin saber cual iba a ser su destino. En fila de dos, atemorizados y en mitad de la noche, atravesaron toda Alcoy camino del campo de concentración de Oliver. Joan estuvo recluido allí hasta el mes de agosto de 1939, cuando las autoridades decidieron trasladarlos al edificio del «Sueco», cuyos sótanos se habían habilitado como prisión. Aquí pasó seis largos meses hasta ser liberado. Se cerraba así la pesadilla de un poeta confinado que nunca comprendió cómo las letras habían sido la causa de su persecución política.

Cuando en febrero de 1940 le concedieron la libertad provisional, Joan volvió a la empresa donde trabajaba. Al año siguiente retomó la literatura con «Guirnaldillas del nacimiento». Después... pasarían unos cuantos años antes de volver a publicar. Por el camino abandonó el uso literario del castellano y lo cambió por el valenciano. En 1947 publicó «La cançó de Mariola», con el que Valls se descubre a los círculos intelectuales valencianos. Aún así, algunos lingüistas le criticaron por el «valenciano» que había empleado al ignorar las normas de Castelló. Valls no las había obviado, simplemente las desconocía y había seguido la única ortografía que tenía a mano, la del padre Fullana. Los consejos de los lingüistas capitalinos motivaron que Valls empezara a estudiar gramática valenciana en los cursos de valenciano que impartía Carles Salvador. Durante estos años no publicó nada, pero continuaba escribiendo. Presentó sus versos en los juegos florales de Valencia de 1952, donde ganó tres accésits. Gracias a este éxito, el Círculo de Bellas Artes de Valencia le pidió que participara en una «Taula de Poesia» con otros literatos valencianos, como Salvador, Almela y Bayarri. El «prohom» Nicolau Primitiu le publicó entonces «Tast d'eternitat», motivo por el cual Valls y el patricio valenciano iniciaron una fluida correspondencia. Valls empezó a cartearse con otros intelectuales valencianos y catalanes, como Octavi Saltor, Miquel Adlert, Xavier Casp, Enric Soler i Godes, Enric Duran y Joan Fuster.Por mediación de Ovidi Montllor, Valls colaboró en la Gran Enciclopèdia Catalana con instrucciones de su director Max Cahner. Después se implicó en la revista literaria Gorg, fundada en 1969 por Joan Josep Senent, sobrino de Nicolau Primitiu, y con colaboradores de la talla de Enric Valor y Vicent Ventura. Valls tenía que ocuparse de la corresponsalía de Alcoy y comarca.S

u correspondencia también conserva testimonio de toda aquella sonada batalla política surgida a raíz de la edición de su Obra Completa, paralizada hasta 1981 y reducida a la poesía valenciana, un retraso que provocó duras protestas de los intelectuales valencianistas. En 1989 moría Joan Valls, mientras preparaba el poemario «La rosa quotidiana». El poeta Lluís Alpera decidió editarla al año siguiente como homenaje póstumo. Ese mismo año el ayuntamiento de Alcoy decidió honrar al poeta con una estatua ubicada ante su casa, en la placeta del Fossar. En 1991, la Institució Alfons el Magnànim de la Diputación de Valencia, editaba una «Antología poética», a la que seguiría otra a cargo del Consell Valencià de Cultura. En 2006, el ayuntamiento de Alcoy publicó «Poemes de la guerra d'Espanya (1936-1939)», de un cuaderno localizado en el archivo personal del poeta, escritos durante la guerra y que habían permanecido desconocidos durante más de medio siglo.

Recientemente el Archivo de la Democracia, de la Universidad de Alicante, ha incorporado el archivo personal del poeta Manuel Molina (1917-1990), un gran amigo y admirador de Valls. En este archivo se han localizado unas 90 cartas que Valls dirigió a Molina. Con todo ello, más la correspondencia que a buen seguro se guarda en otros archivos privados, nos hallamos ante uno de los más completos epistolarios inéditos, y a la vez tan interesantes, sobre la cultura contemporánea valenciana.