El Ayuntamiento de Alcoy está llevando a cabo un plan cuyo objetivo es acabar con los resbalones en las aceras de la ciudad. Operarios municipales están aplicando un tratamiento antideslizante en las calles más empinadas del barrio del Ensanche y del casco antiguo, donde el pavimento de mármol hace tiempo que se ha convertido en un enemigo para la estabilidad de los peatones.
Acabar con los resbalones y las caídas en las aceras se ha convertido en una reivindicación ciudadana, tal y como se ha podido comprobar en las últimas ediciones de los presupuestos participativos. De hecho, la actuación que se está desarrollando tanto en las calles del Ensanche como del casco antiguo responde a las peticiones de los vecinos, que ven cómo algunos tramos de aceras se han convertido en un peligro potencial.
En el caso del Ensanche, el Ayuntamiento ha aplicado un tratamiento antideslizante en el entorno de la calle Isabel la Católica, una de las aceras más empinadas del barrio y donde el paso del tiempo y el desgaste habían convertido las aceras en un auténtico tobogán, sobre todo en caso de lluvias.
El caso del casco antiguo es diferente. La reurbanización de las calles llevada a cabo a finales de los años ochenta incluyó la colocación de aceras de mármol, de indudable gusto estético pero, en cambio, de dudosa operatividad. Y es que este tipo de pavimento es sumamente resbaladizo, lo que ya propició en su momento que se acometiese un abujardado en las aceras de la plaza de España, que finalmente pasaron a estar formadas por adoquines.
Sin embargo, todavía quedan metros y metros de mármol, lo que ha propiciado la aplicación de antideslizante en dos de las calles más emblemáticas, como son San Nicolás y San Francisco. También se está introduciendo ladrillo en la actual reforma de las aceras de País Valencià y Mossén Torregrosa.
