Alo largo de todo el período de crisis, incluso mucho antes de que ésta llegara, hemos estado asistiendo a la situación absolutamente surrealista de una industria potente como la de la Foia de Castalla que quería crecer pero no podía hacerlo por falta de suministro eléctrico. Han sido años y años de clamar en el desierto ante una administración totalmente miope, que enmarañada en otras cosas no prestaba atención a una reivindicación absolutamente justificada y además rentable desde el punto de vista productivo y también del empleo.
Con todos estos antecedentes, justo es reconocer que la Generalitat, con el cambio de gobierno, se ha puesto las pilas y ha propiciado que el proyecto de la nueva subestación eléctrica vaya, por fin, a ver la luz. Si no se llegó a tiempo para combatir la crisis, esperemos que ahora, al menos, las empresas de la comarca cuenten con todos los elementos competitivos para no perder el tren de la reactivación económica.