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Alcoy

Un PGOU saldado a medias

El planeamiento de 1989 permitió desarrollar el área de Santiago Payá y urbanizar Horta Major

Un PGOU saldado a medias

Hoy puede parecer increíble, pero en 1988, cuando Alcoy estaba completando la redacción del PGOU -igual que ahora, tras un largo proceso- había dudas acerca de si el suelo industrial iría en Serelles -sí, han leído bien; así se propuso en su día desde el gobierno local del PSOE- o en la Rambla Baixa (en la zona que en el siglo XXI es paisaje protegido del Serpis) o si finalmente se optaría por la zona de la Beniata/Santiago Payá, como al final sucedería en la aprobación inicial del 9 de marzo de 1989.

En aquel momento, estaba vigente el Plan General de Ordenación Urbana de 1957, que contemplaba una ciudad muy distinta. En el 89, tras una década de esfuerzo, se consiguió aprobar un nuevo planeamiento y con bastante consenso: lo apoyaron el PSOE, que tenía amplia mayoría absoluta, el PP y el PCE, absteniéndose el CDS, en el marco de una polémica sobre dos recalificaciones de terrenos.

El PGOU todavía en vigor ha tenido un resultado variopinto. De las medidas principales contempladas, se han cumplido algunas, como por ejemplo la «industrialización» de la zona de La Beniata y su extensión al área de Santiago Payá, aunque en este último caso el proyecto se lanzó tras el incendio que arrasó Mirofret en 1996, facilitando su reconstrucción con una doble factoría, de la que ahora está en desuso la que está precisamente en la nueva zona. El plan general en gestación en 2016 desarrolla la segunda fase del área industrial y la conexión vial con Batoy, algo que se ha sugerido de manera esporádica en las últimas décadas.

En 1989 también se acordó una medida industrial significativa: el impulso del extrarradio frente al casco urbano; esto es, el PGOU contemplaba la recalificación como residenciales de los terrenos que dejasen de ser industriales. Esto permitió, por ejemplo, el controvertido convenio con La Estambrera, que acabaría como el rosario de la aurora, al quebrar y cerrar la veterana empresa textil durante el proceso.

Igualmente, permitió que se pudieran construir viviendas entre adosados y unifamiliares en la parte baja de la ladera de Mariola, en la zona de Horta Major, que registraría una expansión. El gobierno del PP modificaría a partir de 2000 las ordenanzas de aplicación para facilitar la construcción de edificios en altura, al haberse considerado «excesiva» la oferta de las anteriores.

Una iniciativa que era capital, sin embargo, no se ha llegado a consumar, como es la unión de los barrios de Santa Rosa y Batoy, con el fin de que este último dejara de estar aislado con respecto al casco urbano. A día de hoy, Batoy está más cerca, por las construcciones efectuadas en el entorno de El Collao y también porque la vía verde del ferrocarril y el mercadillo dominical han contribuido a incrementar el flujo ciudadano hacia la zona. No obstante, la urbanización de la ladera de Trencacaps, desde la Colonia de Aviación hasta El Castellar, ha quedado en el olvido; hubo una propuesta de intervención de una promotora, pero fue desestimada por el gobierno del PP.

Hay que significar que uno de los puntos de debate del nuevo PGOU se refiere a esta zona, que se había previsto como comercial y ahora se ha limitado de forma importante, vetándose expresamente las grandes superficies. Igualmente, se mantiene una parcela residencial. Por tanto, algún día Batoy estará unido al resto del casco urbano.

Por último, otra premisa básica en 1989 era la rehabilitación del casco antiguo, y de hecho la aprobación se demoró por las vicisitudes del Plan ARA. La normativa urbanística dio cobertura a actuaciones que se ejecutarían posteriormente, como las construcciones en Sant Miquel y les Xiques o a las casas de La Sang, que se estaban desplomando como fichas de dominó en aquella época.

La recuperación/restauración del centro histórico sigue siendo una asignatura pendiente hoy en día, a pesar de los esfuerzos que ha realizado el Ayuntamiento en las casi tres décadas transcurridas. Ni siquiera se ha conseguido acabar con los derribos de edificios, que aún siguen.

Objetivos, en consecuencia, que le nuevo PGOU mantendrá en mayor o menor medida, aunque su definición concreta todavía esté por acordar a la espera del documento definitivo.

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