La inactividad no es absoluta en El Molinar, la cuna de la industrialización valenciana. En los últimos tiempos se han colocado paneles informativos, con fines culturales y turísticos, y hasta el Ayuntamiento de Alcoy ha puesto bancos y mesas para excursionistas junto a la bóveda del manantial, ahora «ambientada» por el pilar del puente de la autovía. Pero la realidad es muy distinta. Salvo la rehabilitación de la fábrica de Els Solers -que ya ha tenido que ser "reparada" porque robaron las ventanas-, la falta de concreción de los planes de consolidación de las antiguas industrias ha provocado que lo que hace treinta años eran ruinas consolidables, ahora sea degradación absoluta o casi. El arqueólogo Manuel Cerdá, de la Universidad y el Museo de la Prehistoria de Valencia, tremendamente crítico, no duda en hablar de «genocidio patrimonial» a la hora definir el resultado de la gestión de los responsables públicos «de toda una generación».

Alcoy tuvo la «fortuna» de contar con una zona aislada, con agua corriente, para ubicar su industria. El proverbial carácter emprendedor de la tierra hizo que, a partir de finales del siglo XVII, empezaran a consolidarse fábricas de papel y textil junto al río Molinar, configurando el primer núcleo de la industrialización valenciana y uno de los pioneros de España; de hecho, a mediados del siglo XIX había computadas 49 fábricas. La progresiva incorporación de la electricidad como fuente de energía hizo que a partir de los años sesenta la zona fuese siendo abandonada, en favor de la industrialización del casco urbano.

Aunque algunos recintos quedaron activos, lo cierto es que el área empezó a degradarse, sobre todo a partir de 1980 cuando el éxito fue prácticamente total. Los investigadores, los arqueólogos, llamaron la atención de inmediato sobre la peculiaridad de la zona y el carácter casi único en cuanto a conservación del patrimonio industrial, frente a zonas en que ha desaparecido en su totalidad. Rafael Aracil, Mario García-Bonafé y el propio Manuel Cerdá fueron precursores en esta materia, a través de un trabajo que publicaron en 1974 y en el que evidenciaban el carácter prácticamente único de esta zona. Este criterio fue acrecentado a raíz de la tesis doctoral del arquitecto Vicente Vidal en 1981.

A partir de 1984, una iniciativa de la Universidad de Alicante, a partir de los profesores Salvador Forner y José Miguel Santacreu, reactivó el interés por El Molinar, lo que derivó en el apoyo del gobierno central, lo que permitió un detallado estudio. A partir de ahí, hubo proyectos concretos, como la elaboración de un Plan Director para la recuperación del conjunto, la ubicación del Museo Valenciano de la Industrialización, la consolidación y recuperación de las fábricas para uso turístico, la creación de una vía verde hasta la Zona Norte, el saneamiento de la red hidráulica. Paralelamente, la Generalitat en 2005 declaraba la zona BIC, con la categoría de Conjunto Histórico.

Todo esto derivó en la recuperación/restauración de la antigua fábrica de Els Soler, que por cierto ya ha tenido que ser reparada. Las dificultades para adquirir las propiedades y la falta de presupuestos concretos han acabado vetando iniciativas más ambiciosas. Ahora, en el avance del PGOU de Alcoy, el Ayuntamiento contempla «la inclusión del BIC del Molinar al 100%, con el objetivo de su consolidación y rehabilitación», según ha explicado el teniente de alcalde de Urbanismo, Manolo Gomicia.

Sin embargo, puede ser tarde. Ya en 2001 el arqueólogo Manuel Cerdá denunciaba a través de INFORMACION el declive de la zona, denunciando la falta de «sensibilidad» de los responsables políticos. Más tarde, en 2012, el Molinar era protagonista destacado del 8º Congreso Internacional de Molinología, celebrado en Tui, en el que los expertos Diana Sánchez y Alberto Moreno no escatimaban vocabulario a la hora de «dar la señal de alarma sobre su actual estado de abandono para reivindicar una pronta recuperación como parte de la historia industrial del municipio e incluso de la provincia de Alicante».

Tras significar que este singular paraje «tiene batanes documentados desde finales del siglo XVI» y que de los «174 edificios hidráulicos identificados en la ciudad, 70 se concentraban en las riberas del Molinar», alimentados por «un complejo sistema hidráulico», pasan a significar la degradación. «La accesibilidad en sí de cada una de las construcciones que lo componen es dudosa debido a su avanzado estado de ruina», agregan, para a continuación pormenorizar los planes e iniciativas anunciados con el paso de las décadas que, salvo en lo que se refiere a Els Solers, no se han llegado materializar, «y no se sabe si se van a realizar».

Su conclusión era más que evidente: «quedando patente que durante años se ha dejado abandonado y sin ningún mantenimiento ni intento de recuperación... Del Plan Director no se ha realizado ninguno de los proyectos propuestos... Las propuestas planteadas son un cúmulo de buenas intenciones...».

Transcurridos tres años más desde este estudio, para Cerdá la situación es casi irreversible. «La verdad es que no voy por El Molinar, porque me duele mucho. Cada día está peor. La situación es casi irreparable por desgracia, pero aún se está a tiempo de salvar coas. Por ejemplo, encontramos batanes del siglo XVII que aún podrían utilizarse», en tanto lamenta que para la mayor parte de los edificios se llega tarde, toda vez que en los últimos tiempos los incendios, la degradación natural y la falta de mantenimiento han acabado haciendo estragos, algo que acreditan las imágenes captadas en los últimos días.

«Lo que ha pasado en El Molinar se ha hecho con nocturnidad y alevosía, exactamente igual que se hizo con las casas del Raval Vell», que acabaron demolidas en su mayor parte, en el casco antiguo de Alcoy. «A mi juicio -agrega Cerdà- el problema es que el patrimonio arqueológico no tiene un interés inmediato, bajo la perspectiva de que cuando más antiguo, más valor tiene. Y si es algo cotidiano, no se ve, como ocurre en este caso. Lo muy antiguo beneficia, pero esto les da igual. Toda una generación política ha pasado de largo, se ha inhibido, lo cual es indignante, máxime cuando lo han hecho hasta arqueólogos que son profesores universitarios. Al final, nos encontramos ante un genocidio patrimonial con el consentimiento de todos; todo el mundo lo sabe, pero nadie hace nada», exclama Cerdà.

Así las cosas, la realidad es que el Molinar, ya se acceda por la zona de la Venta Saltera o por la Zona Alta, está próximo a la ruina absoluta, siendo los edificios desplomados o de los que apenas queda alguna fachada en pie, la constante.