¿Recuerdan qué pasó la noche del 15 de febrero? Que empezó a montarse la enramada de las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy. A la mañana siguiente, la plaza de España ya tenía el ornamento a punto y todos levantamos un poco el cuello para apreciar la estructura, obra del arquitecto Manolo Vidal y estrenada en 1985. Ahora, cuatro meses después y transcurridos más de dos de la finalización de las Fiestas, la enramada sigue en su sitio, aunque el edil de Obras y Servicios, Jordi Martínez, confía en que la retirada pueda acometerse la semana que viene.

No es la primera vez que ocurre, pero raramente la ciudad había disfrutado de una «enramada de verano». Sucedió, por ejemplo, en 1999, año en que también hubo elecciones -en este caso municipales- y el desmontaje de la escenografía festera se demoró, como también ha pasado en años más cercanos.

En esta ocasión, explica Martínez, la situación cabe atribuirla al trabajo que le «cae encima» a las brigadas de obras en períodos electorales, con la obligación de ocuparse del montaje de las vallas, la preparación y traslado de las urnas y la habilitación de los colegios electorales, generalmente en centros educativos. Así, en las últimas semanas, se ha consumado la retirada del castillo de Fiestas, que ya está guardado a buen recaudo en el almacén de la calle Músico Gonzalo Blanes.

La enramada, sin embargo, sigue impertérrita en su sitio, en las calles del itinerario de las Fiestas, con la particularidad de que este año el montaje empezó el 15 de febrero, con los tramos de la plaza de España, y se mantiene en su sitio el 24 de junio. Así, ha pasado más de un mes del invierno, toda la primavera y la primera fase del verano.

El edil Martínez subraya que «retirarla es más sencillo que ponerla», por lo que una vez en marcha el proceso no requerirá demasiado tiempo. A su juicio, todo apunta a que la operación se acometerá la próxima semana, en el horario habitual a partir de las 22,30 horas, una vez el tráfico en la ciudad se ha reducido. Una gran grúa y camiones apoyan los trabajos.

Mientras tanto, ya se han podido captar imágenes insólitas de la enramada festera con los termómetros marcando temperaturas de pleno estío, algo que no deja de ser inhabitual para una estructura acostumbrada a tiempos más «fresquitos».

El montaje de los elementos que configuran la escenografía festera tiene su rito, al igual que lo tiene la retirada y almacenaje posterior. Si lo último que se monta es el castillo, luego es lo primero que se elimina, para guardarlo al final del almacén municipal, en lo más hondo. A partir de ahí, se acomete la «enramà» de la misma forma, empezando por el final con el objetivo de que el último tramo que llegue será el primero que tenga que salir al año siguiente. Y así sucesivamente. Todo se guarda, hasta el próximo febrero, que se repetirá la operación.