Alcoy vuelve a estar en llamas. Tras la tregua del mediodía, seguida a la victoria matutina del bando moro, los cristianos han lanzado un feroz contrataque que ha obligado a las huestes de la media luna a abandonar la fortaleza para defenderla en las calles. Todo esto se produce después de que la embajada, celebrada ante un público multitudinario, haya concluido sin acuerdo y entre el fervor de la concurrencia ante las famosas: «Dí a los tuyos, ¡guerra! ¡guerra!"» respondido por el «Dí a los tuyos ¡armas! ¡armas!», que ha desencadenado la batalla de arcabucería.