Con emoción y devoción vivieron ayer los contestanos el día grande de las fiestas en honor a la Mare de Déu del Miracle. Cocentaina entera acompañó a la patrona durante su traslado desde el monasterio hasta la iglesia de Santa María, donde Aitana Prats Lloret recitó la tradicional súplica ante la atenta mirada de sus familiares y vecinos. Durante el recorrido fueron lanzando flores al icono de la Mareta y tras su entrada al templo tuvo lugar la ofrenda.

Cada mes de abril los vecinos de Cocentaina rinden culto a la Mare de Déu del Miracle desde hace 496 años. La jornada más destacada de esta festividad tuvo lugar ayer con el traslado del icono de la patrona desde el monasterio hasta la iglesia de Santa María.

El día arrancó bien temprano con la «descoberta de la Mare de Déu» y el estruendo de las 27 salvas en honor a las 27 lágrimas que derramó la Virgen, así como el posterior pasacalle a cargo de la Colla Mal Passet, que sirvió para recoger a las camareras, los mayordomos, los homenajeados, los condes, el mossèn y la suplicante, en este caso Aitana Prats Lloret.

Pasadas las diez de la mañana, y apesar de las escasas gotas de lluvia, los maseros alzaron la imagen de la Virgen e iniciaron la procesión entre los aplausos y los vítores de «Mareta, Mareta» de los contestanos y contestanas que arroparon a la patrona a lo largo del recorrido.

A su llegada a Santa María, Aitana Prats subió a la escalinata y frente al icono de la patrona recitó la tradicional súplica. La protagonista, visiblemente emocionada, recibió el calor y los aplausos de todos sus convecinos. Al finalizar aseguró estar «muy tranquila» a la vez que «emocionada».

Una vez la imagen de la Mare de Déu fue instalada en su lugar de honor dio comienzo la ofrenda, la posterior eucaristía y el homenaje a los mayores, en esta ocasión, a María Cominches e Isidro Moncunill. Por la tarde tuvo lugar la procesión y la misa de la juventud.