Las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy están ya en la cuenta atrás, casi a horas de su arranque, en tanto se van perfilando los últimos detalles organizativos. En este contexto, la Asociación de San Jorge ha cerrado los preparativos para el Alardo, que recupera poderío, toda vez que este año incluirá el disparo de 3.000 kilos de pólvora, lo que supone un incremento superior al 10% sobre el precedente, que a su vez había contado ya con un aumento similar sobre 2014. Las ayudas aprobadas por la directiva de la Asociación han contribuido a reflotar un acto de los más importantes de la Trilogía y que estaba en franca decadencia.

El ponente de Fiestas de la Asociación Francisco Cantó ha explicado que una vez concretada la información por parte de las filaes, se ha efectuado un pedido de 3.000 kilos de pólvora, «es más de un 10% más que el año pasado, en el que ya subió más o menos lo mismo. No volvemos a las cifras históricas, pero supone una clara recuperación». Esta última referencia apunta a las cantidades «históricas» de los años ochenta, época en la que se llegaron a alcanzar casi cinco toneladas de pólvora en el Alardo.

El Casal ha mantenido este año las ayudas que puso en marcha el año pasado, de manera que el kilo sólo cuesta 26 euros al festero, al subvencionarse los pistones y el IVA. De esta forma, el Alardo podrá recuperar espectacularidad, con 3.000 festeros y el kilo de pólvora correspondiente, como determina la legislación vigente.

Además, el Ayuntamiento ya cuenta con los permisos necesarios de la Subdelegación del Gobierno para el Alardo, de manera que la pólvora se repartirá mañana miércoles y el jueves en la caseta situada a la entrada del polideportivo Francisco Laporta, junto al parking. «Hemos previsto un horario de reparto de mañana y tarde para el miércoles y de mañana para el jueves, empezando a las 10,30 el primer día, para tener tiempo para descargar y preparar la operación», subraya Cantó.

De esta forma la Asociación confía en que el «disparo» de este año recobre espectacularidad y siga siendo el elemento central de la última jornada de la Trilogía, conforme ha sido de manera tradicional.

El Alardo ha tenido problemas «históricos» con los gobiernos centrales, desde que Carlos III lo prohibió en 1771, por causa de las grandes cantidades de pólvora manejadas y la seguridad, pero en los tempos más recientes se han acentuado, sobre todo a partir de 2002. Aquel año se limitó la pólvora a un kilo por festero, sin que las gestiones efectuadas posteriormente ante los sucesivos gobiernos hayan ofrecido sus frutos, lo que obligó a recortar el desfile en 625 metros para adaptarlo al explosivo disponible y mantener la brillantez.