El colegio público San Vicente de Alcoy se ha convertido en un centro de pequeños agricultores, en el que los niños y niñas asumen las tareas de cuidar el huerto como una forma más de aprendizaje. El terreno linda con el colegio y es de propiedad municipal, ya que el Ayuntamiento lo ha cedido para que puedan desarrollar el proyecto educativo.

La iniciativa surgió de la comunidad educativa y fue propuesta por la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) para que se incluyese en los presupuestos participativos. Tras su aprobación, el pasado mes de diciembre el centro dispuso del bancal, posponiendo el inicio de los trabajos a después de las vacaciones navideñas.

Desde entonces, los escolares han estado documentándose acerca de cómo desarrollar las tareas de agricultura, qué plantar y qué cuidados requiere. Además, según explica la directora, María José Nadal, «hemos pedido opinión a los abuelos, quienes nos han estado aconsejando».

Para desarrollar el proyecto, los profesores se reúnen semanalmente y plantean cuáles serán las actuaciones a llevar a cabo, así como se organizan para comprar el material y buscar la información necesaria. «Todo lo del huerto lo está adquiriendo el centro», indica Nadal.

Lo primero fue repartir el terreno en cuatro pequeñas zonas asignando una para Infantil, otra para primero y segundo de Primaria, otra para tercero y cuarto y la última para quinto y sexto. Cada grupo va un día a la semana a realizar los cuidados pertinentes, de tal forma que todos pueden trabajar tranquilamente.

«Les motiva mucho, es como una compensación educativa», señala la directora, quien insiste en que, además, ayuda en gran medida a los niños y niñas con dificultades de aprendizaje.

Tras asignar los espacios, los alumnos se pusieron manos a la obra y retiraron todas las malas hierbas y las piedras para, posteriormente, empezar a tratar la tierra y plantar planteles y sembrar semillas.

«El huerto nos permite ralentizar los tiempos en el colegio y que los niños aprendan a observar y a aprender que las cosas no se consiguen de hoy para hoy», explica Isabel, una de las profesoras de Infantil. «Todo -insiste- lo han hecho ellos: medir, desbrozar, colocar un pasillo central para poder trabajar sin pisar lo plantado, han descubierto insectos...».

Así pues, el huerto está facilitando el aprendizaje de prácticamente todas las materias que se imparten en el aula. Un ejemplo de ello son las medidas y las matemáticas aplicadas sobre el terreno, aspectos de la naturaleza e, incluso, a mejorar la lectura, ya que deben documentarse para poder trabajar en el huerto. El fracaso o el trabajo en equipo son valores añadidos en este nuevo modelo educativo.

Los profesores ahora han planteado crear una planta de compostaje con las malas hierbas y las sobras vegetales del comedor del colegio a fin de producir su propio abono. Una vez el terreno dé sus frutos, se barajan dos opciones: montar un mercadillo para que los padres compren los productos y reinvertir las ganacias en material para continuar con el proyecto y organizar talleres de cocina para degustar los alimentos que los alumnos cultivan en el huerto.