Agradezco la amable invitación para escribir sobre la ilustre pianista alcoyana Consuelo Colomer, tristemente desaparecida hace apenas dos semana, una artista de talla internacional y una persona de una ternura arrebatadora que ha vivido siempre en Alcoy, pero sin estar en él. Recuerdo que de niño ya oía hablar de ella; claro, yo residía en el número 8 del carrer L'Escola y Consuelo, desde bien moza, era la gloria nacional de esa estrecha, céntrica y comercial vía, donde por cierto las campanas de Santa María resuenan más ensordecedoras que en la mismísima Plaza de España.

La pianista creció y vivió allí, en el número 6, junto a su piano y al de una vecina mía (la recuerdo mayor), que justamente vivía en el piso de arriba de mi casa y a la que todos llamábamos cariñosamente la «sinyo» Carmen (Carmen Pastor Latorre, madre de Vicente Ramón Masía Pastor), la cual poseía un espléndido piano de pared que de vez en cuando tocaba nuestra entrañable y jovencísima paisana. Cuando se fundó la Asociación de Amigos de la Música de Alcoy en 1983, uno de los objetivos inmediatos fue recuperar la figura de Consuelo Colomer para que ofreciese un concierto en Alcoy, algo que no pudo hacerse realidad hasta 1987; Consuelo Colomer residía junto a su esposo Julio Cortés e hijo en Estados Unidos, en Chapell Hill (Carolina del Norte).

Mi primer contacto con la pianista se remonta a 1985 y fue posible gracias a la mediación del recordado musicólogo Ernesto Valor Calatayud, admirador, amigo personal y gran conocedor de la trayectoria artística de la pianista alcoyana. Desde entonces tuve una amable, cordial y numerosa correspondencia con Consuelo Colomer; sin embargo para su contratación me remitía a su representante en España, concretamente en Barcelona, don Antoni Sabat, el cual regentaba una agencia llamada Euroconcert, hoy una de las más importantes a nivel europeo. A través del señor Sabat pudimos concertar la reaparición en Alcoy de Consuelo Colomer, ya con 57 años de edad, para el jueves 14 de mayo de 1987. El proyecto inicial era que la artista alcoyana regresara a un escenario de su ciudad natal un año antes pero como solista con la entonces Orquesta Municipal de Valencia e interpretando el «Concierto para piano y orquesta nº 2» de Camille Saint-Saëns, algo que se vio truncado al surgir desavenencias con la formación, no por este motivo sino por otro muy distinto. En cualquier caso Consuelo Colomer regresó a casa tras 15 años de ausencia y lo hizo apoteósicamente porque el Salón Rotonda del Círculo Industrial se llenó hasta los bordes de público, en su inmensa mayoría miembros de Amigos de la Música y del mismo Círculo Industrial, que disfrutaron y casi enloquecieron con un concierto muy emotivo, tanto por la presencia de nuestra pianista más internacional en esos momentos, como por la sensacional interpretación al piano de colosales obras del Padre Soler, Padre Massana, Beethoven, Chopin, Falla, Turina, Granados y Albéniz, llegando al finalizar innumerables ramos florales desde distintas instituciones alcoyanas, algunos a nivel personal, y todo ello con el aliciente añadido del estreno del «Estudio Impromtu Op. 16» obra desconocida de Isaac Albéniz dedicada al maestro alcoyano José Espí Ulrich, cedida gentilmente por los asociados Marisa Segura Espí, sobrina nieta del compositor, y su marido Luis Bosch Olcina, que la conservaban como oro en paño. La noticia del estreno causó un gran revuelo en medios musicales nacionales como RTVE, que llegó a grabar incluso un espacio (Diálogos con la Música), y en prensa especializada. Tras las pertinentes investigaciones por parte de expertos, se descubrió que existían tres obras iguales y con diferente título, dedicadas a personas distintas. Todo un hallazgo y una curiosidad desconocida en la biografía de Albéniz, que contribuyó sin duda a profundizar en la obra más escondida del genio de Camprodón, y a realzar en España la figura de Consuelo, ya de por sí con un sólido prestigio, especialmente en Cataluña, debido principalmente a su intensa complicidad artística con el músico y padre jesuita Antoni Massana, del cual la pianista era gran conocedora y excelente ejecutante de su obra.

Reseñar que se conserva una grabación del «Estudio Impromtu Op. 16» de Albéniz en su estreno alcoyano, realizada meticulosamente por el médico alcoyano Luis María Albors Llardent, admirador de la intérprete y miembro entonces de la junta de la AAMA. Desde aquí me comprometo a poner en valor esta grabación, como una valiosa joya, y a difundirla en las próximas semanas en las redes sociales.

Asímismo se organizó un segundo homenaje en 2003, que con toda justicia volvió a brindar AAMA a la ilustre y ya retirada pianista, acto celebrado en el Centre Cultural el 31 de enero del año citado, al que se sumaron distintas entidades alcoyanas, incluido el Ayuntamiento de Alcoy y el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, que consistió en un discurso a cargo del escritor y musicólogo alcoyano, profesor Adrián Miró, y un recital de piano a cargo de Mac McClure que interpretó obras de Mozart, Chopin, Montsalvatge, Granados, Esplá y de la propia Consuelo Colomer. Fue de una especial emotividad y a todos nos recordó los inolvidables instantes vividos en 1987. Ese mismo año Consuelo fue propuesta por la AAMA para dirigir el Himno de Fiestas en 2004, pero ese momento mágico y entrañable no llegaría hasta 2008, gracias al encomiable esfuerzo de un grupo de entusiastas amigos de la pianista. En abril de 2003 tuve, junto a Miguel Ferrándiz Giner, la feliz y primera ocasión de visitarla en su residencia de Creixell (Tarragona), y conocer a su afable, inteligente y querido esposo, el eminente arabista Julio Cortés, y a su no menos queridísima hermana Enriqueta Colomer, toda bondad y alegría. Una experiencia inolvidable que nos hizo rememorar muchas vivencias personales y aconteceres artísticos.

Fueron algunos los proyectos dejados en el camino por la imposibilidad de regresar a España o de ejecutarlos con garantías de éxito; por ejemplo, el ofrecimiento de interpretar con orquesta sinfónica el poco divulgado pero maravilloso «Concierto fantástico para piano y orquesta» de Isaac Albéniz, del que Consuelo Colomer era una gran especialista; fue tarea prácticamente imposible en los 90 encontrar una orquesta de buen nivel dispuesta a montar esta obra exclusivamente para un concierto. Tampoco fructificó el ofrecer un recital de piano, solo con obras de Consuelo Colomer, y finalmente no se pudo formalizar el acuerdo con la editora de música Clivis, fundada por Enric Climent en 1946, la cual estaba dispuesta a patrocinar un premio con dotación importante a la mejor interpretación de piano de una obra de la eminente pianista-compositora alcoyana, galardón que podría quedar instaurado en el Premio Internacional de Interpretación «Amics de la Música».

Siempre pienso en que se podría haber realizado un mayor esfuerzo por parte de todos para ver cumplidos estos anhelos, pero por otra parte creo sinceramente que Alcoy ha sido siempre fiel a su virtuosa más universal y sobre todo ha estado con ella, en sus momentos más trascendentes, y jamás la ha olvidado ni la olvidará. En 2011 hubo un nuevo homenaje, en esta ocasión organizado por el Ayuntamiento, y justo es reconocer que ese mismo año se publicó una formidable y recomendable biografía repleta de datos, («Consuelo Colomer. Una vida en el teclado». J. J. Gisbert), esencial para conocer y profundizar en la vida y obra de la eminente pianista y no menos brillante pedagoga del piano, con tratados que hoy en día todavía se utilizan en conservatorios.

Dejo para las generaciones futuras un juicio más objetivo (a mi me es imposible) sobre la obra escrita por Consuelo Colomer; compuso infinidad de piezas, muchas de ellas dedicadas, con títulos aparentemente algo ingenuos, pero seguro que repletos de vida y personalísima emoción. Consuelo Colomer Francés (1930-2016), nació entre estos valles y llegó con muchísimo esfuerzo personal y también familiar a codearse con la elite musical mundial. Su legado es hoy parte de nuestra extensa e irrenunciable historia cultural, que es sin duda la Historia, con mayúsculas, de Alcoy.